Piano jondo
Piano, contrabajo y cajón. Nada más, pero suficientes para crear un sonido denso, que bordea el jazz constantemente pero no deja de ser flamenco. Diego Amador lleva mucha música en su cabeza. Se sienta al piano y empieza a pulsar teclas con mucha jondura, con mucha sapiencia. El piano flamenco ha tenido y tiene una trayectoria irregular en la historia de este arte. El piano de Diego Amador es de los más afortunados que hemos oído.
Los palos flamencos fueron sucediéndose en el toque de Diego Amador, un toque complejo que no dejaba muchas veces claro qué era lo que oíamos. La taranta, la ...
Piano, contrabajo y cajón. Nada más, pero suficientes para crear un sonido denso, que bordea el jazz constantemente pero no deja de ser flamenco. Diego Amador lleva mucha música en su cabeza. Se sienta al piano y empieza a pulsar teclas con mucha jondura, con mucha sapiencia. El piano flamenco ha tenido y tiene una trayectoria irregular en la historia de este arte. El piano de Diego Amador es de los más afortunados que hemos oído.
Los palos flamencos fueron sucediéndose en el toque de Diego Amador, un toque complejo que no dejaba muchas veces claro qué era lo que oíamos. La taranta, la soleá, las bulerías... Diego añadía con frecuencia la voz, su voz flamenquísima y oscura. Ello ayudaba al ritual flamenco de forma decisiva. También el contrabajo, y sobre todo el cajón, que tuvo partes de absoluto virtuosismo en las manos de Luis Amador. Pocas veces un trío ha conseguido sonidos tan absolutamente flamencos y gratificantes. El número final, con Diego tocando las cuerdas del piano directamente, sobraba: fue un alarde que nada nuevo añadía y sí mucho efectismo artificioso. Pero ello no restó eficacia al concierto en general.
Trío Piano Jondo
Diego Amador (piano), Miguel Vargas (contrabajo) y Luis Amador (cajón). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 11 de noviembre.