Reportaje:

Guerra de sastres papales

Benedicto XVI encarga la ropa a una nueva firma e inquieta a los proveedores centenarios del Vaticano

En torno al Vaticano parece escucharse un rumor de tijeras furiosas. Los sastres papales son gente tradicional, habituada a vestir pontífices por los siglos de los siglos, y los cambios nunca son bienvenidos. Sobre todo cuando favorecen a la competencia. El Papa ha decidido innovar en el vestir y ha revuelto las aguas de los centenarios negocios de plaza Minerva.

El sastre Raniero Mancinelli, con sólo 20 años de experiencia, un advenedizo en el sector, ha recibido encargos de Joseph Ratzinger y, además de presumir, ha acusado a Annibale Gammarelli, cuya empresa viste a los papas desde 1...

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En torno al Vaticano parece escucharse un rumor de tijeras furiosas. Los sastres papales son gente tradicional, habituada a vestir pontífices por los siglos de los siglos, y los cambios nunca son bienvenidos. Sobre todo cuando favorecen a la competencia. El Papa ha decidido innovar en el vestir y ha revuelto las aguas de los centenarios negocios de plaza Minerva.

El sastre Raniero Mancinelli, con sólo 20 años de experiencia, un advenedizo en el sector, ha recibido encargos de Joseph Ratzinger y, además de presumir, ha acusado a Annibale Gammarelli, cuya empresa viste a los papas desde 1792, de coser mal. En casa de los Gammarelli hay muy mal humor.

Benedicto XVI ya causó una cierta sorpresa cuando empezó a lucir unos vistosos zapatos de Prada. Hubo quien lo comparó con las modestas pantuflas con que fue enterrado Juan Pablo II y criticó el dispendio. Por el lado del gasto no había mucho que criticar, ya que las pantuflas de Karol Wojtyla estaban hechas a medida y venían a costar lo mismo que los zapatos más caros del mercado. Pero los Prada se combinaban con unas gafas de sol de diseño, y los vaticanistas, a falta de encíclicas y nombramientos curiales, empezaron a prestar atención al vestuario.

Unas declaraciones de Raniero Mancinelli abrieron la guerra de los sastres. "Las casullas de Gammarelli incumplen las reglas elementales del arte de la costura", proclamó Mancinelli para anunciar que Ratzinger había entrado en su lista de clientes. Gammarelli ya recibió críticas en los días posteriores al cónclave, ya que las tres vestiduras preparadas para la ocasión, con tres tallas distintas para adaptarse a un Papa grande, mediano o pequeño, fracasaron una vez puestas sobre Ratzinger. Los hombros encajaban, pero los faldones quedaban a media pantorrilla. Durante unos cuantos días, Benedicto XVI enseñó calcetín en las ceremonias. Según Mancinelli, Ratzinger se molestó bastante con el arte de Gammarelli.

Gammarelli lo niega todo. "Seguimos en estrecho contacto con los apartamentos del santo padre. Los suministradores oficiales somos nosotros", declaró a la publicación católica británica The Tablet. El Corriere della Sera afirma, por su parte, que Benedicto XVI no favorece ni a Gammarelli ni a Mancinelli, sino a Alessandro Cattaneo, el sastre que le vestía cuando era cardenal. El diario milanés sugirió que tal vez Ratzinger utilizaba a Cattaneo para el vestuario "privado" y mantenía a los otros como suministradores de ropa ritual.

El papa Benedicto XVI, durante uan excursión a los Alpes este verano.AFP

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