FÚTBOL | Novena jornada de Liga

La controvertida baja de Beckham

Cuidadosamente despeinado, arrastrando por el suelo los perniles del pantalón verde-militar, como un adolescente a punto de zambullirse en la noche del viernes, sale David Beckham del vestuario del Madrid. Perfectamente sonriente, exactamente tranquilo. Lo ve pasar un colega español a su lado y le dice, con cierto tono despectivo: "Don?t worry; be happy". Es el estribillo de la canción de Bobby McFerrin, versionada en España como No hay problema, ponte a reír. Pero Beckham parece no entender nada. Sonríe como si estuviera sordo. Y pasa. Igual que todos los días. Así en la gloria ...

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Cuidadosamente despeinado, arrastrando por el suelo los perniles del pantalón verde-militar, como un adolescente a punto de zambullirse en la noche del viernes, sale David Beckham del vestuario del Madrid. Perfectamente sonriente, exactamente tranquilo. Lo ve pasar un colega español a su lado y le dice, con cierto tono despectivo: "Don?t worry; be happy". Es el estribillo de la canción de Bobby McFerrin, versionada en España como No hay problema, ponte a reír. Pero Beckham parece no entender nada. Sonríe como si estuviera sordo. Y pasa. Igual que todos los días. Así en la gloria como en la crisis, el inglés interpreta siempre un papel uniforme. Y casi siempre lo hace arrastrando extrañas lesiones, recuperándose, a duras penas, de súbitos dolores. Sobreponiéndose a pertinaces y variados límites orgánicos que casi nunca le impiden jugar. Es raro que el hombre se pierda partidos. Pero hoy no estará en Sevilla y todo el aparato institucional del Madrid contiene la respiración.

Lo único cierto es que a Florentino Pérez, el presidente, le desagrada profundamente ver a Beckham sentado en el banquillo. Lo demás es un misterio. No se sabe si la lesión de Beckham es previa o es posterior a su sustitución por Balboa, en el minuto 52 del partido contra el Deportivo. Tampoco se sabe si sufre una "sobrecarga" muscular en un muslo o un problema en "un tobillo". El jueves, los médicos dijeron una cosa, ayer, el jugador argumentó otra. Igualmente ambiguo se mostró su entrenador, Vanderlei Luxemburgo. En Riazor, después del partido, dijo que le cambió "porque no estaba jugando bien". Ayer corrigió que lo hizo porque "estaba cojo". Por su parte, Beckham no aclara las dudas ni cuando camina: ayer se le vio andar con normalidad y cojear ostensiblemente en el espacio de 15 minutos.

Luxemburgo sabe que Florentino Pérez se revolvió en su sillón del palco de Riazor al ver que Beckham se sentaba en el banquillo. Sabe que el presidente tuvo que contener un arrebato de ira. Y que su puesto peligra.

Preguntado por Beckham, Luxemburgo no ocultó ayer que el asunto le pone los nervios de punta: "No tengo que explicar por qué le reemplacé. Para mí no es importante y no tengo que discutirlo. No debe pasar nada por quitar a un jugador, ni preocuparme si estaba molesto porque le quitase. No estaba jugando bien... y tenía molestias".

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