"Si me obligan jugaré en Estudiantes, pero no al cien por cien"

Jiménez, alero del club colegial, se declara en rebeldía a la espera de fichar por el Madrid

El caso Herreros tardó cuatro meses en solucionarse, de junio a septiembre de 1996. La misma senda lleva, casi una década después y con los mismos protagonistas, Real Madrid y Estudiantes, la negativa de Carlos Jiménez a continuar en el club del Ramiro.

El alero madrileño acudió ayer el entrenamiento vespertino que Juan Antonio Orenga, sustituto de Pepu Hernández, dirigía en el INEF de Madrid. Al mediodía, Jiménez, pretendía hablar con el técnico y luego "ya vería si levantaba pesas con los compañeros". El Estudiantes le conminó a presentarse en la sesión, a la que llegó después ...

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El caso Herreros tardó cuatro meses en solucionarse, de junio a septiembre de 1996. La misma senda lleva, casi una década después y con los mismos protagonistas, Real Madrid y Estudiantes, la negativa de Carlos Jiménez a continuar en el club del Ramiro.

El alero madrileño acudió ayer el entrenamiento vespertino que Juan Antonio Orenga, sustituto de Pepu Hernández, dirigía en el INEF de Madrid. Al mediodía, Jiménez, pretendía hablar con el técnico y luego "ya vería si levantaba pesas con los compañeros". El Estudiantes le conminó a presentarse en la sesión, a la que llegó después de unas días de descanso por haber jugado el Europeo con la selección, y en la que completó los 45 minutos de pesas y la posterior tanda de lanzamientos en el Madrid Arena. Entre idas y venidas, Jiménez, integrante del quinteto ideal de la ACB de la pasada temporada, no se mordió la lengua: "Estaré aquí mientras me obliguen a estar. Tengo contrato y me debo a él, pero hay muchas formas de cumplirlo; me pueden obligar, pero no estaré al cien por cien", advirtió con ojos lánguidos.

"Es un día raro, porque, aunque he venido al entrenamiento, saben que no quiero jugar aquí. Lo sabe todo el mundo, parece que el problema es económico y poco puedo hacer. A disgusto nadie está bien en ningún lado", se lamentó una y otra vez, como un disco rayado. La marcha de Jiménez, que "no lamenta" la renovación por cinco temporadas de su contrato hace justo un año -"entonces era lo mejor, pero ha habido muchos cambios, más allá de la presidencia"-, depende del pago de los 3,6 millones de euros que exige su cláusula de rescición. El Real Madrid no tiene intención aparente de pagarla, pese a que Bozidar Maljkovic, su entrenador, desee la contratación del alero colegial. "Los muchachos quieren venir, de eso no hay duda", decía hace semanas, en clara alusión a Jiménez e Iker Iturbe. El técnico serbio, que esperaba que el multiusos Justin Hamilton siguiera a sus órdenes esta campaña, también está encaprichado de otro Hamilton, Venson, del DKV Joventut. Al contrario que Jiménez, el pívot estadounidense se ausentó del primer entrenamiento de la Penya, siguiendo lo que parece una táctica importada de la sección de fútbol madridista: Zidane, Sergio Ramos, Robinho y Figo ya se declararon en rebeldía en sus equipos para tensar al máximo la cuerda. "Estamos hablando de un dinero desorbitado para el baloncesto, pero estoy tranquilo; el Madrid me ha demostrado su apoyo y me ha insistido en que no me va a dejar en la estacada", tiró Jiménez con bala.

Jiménez, en un partido con Estudiantes.

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