NECROLÓGICAS

José Luis Velasco, cálido, torrencial y tierno

La última vez que vimos a José Luis Velasco, el periodista de radio fallecido el pasado miércoles, fue en los pasillos de su emisora, Radio Madrid, apoyado en las muletas que le han acompañado estos últimos años de su vida, hablando con unas jóvenes que le escuchaban en cuclillas. Fumador empedernido, y defensor libertario del tabaco, Velasco llevaba en sus manos también un cigarrillo; entusiasta de la radio y de la vida, les hablaba a las chicas, seguramente, de los estudios que no se pueden hacer para hacer radio, y que son los estudios de la vida. Los que seguimos su programa de mediodía du...

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La última vez que vimos a José Luis Velasco, el periodista de radio fallecido el pasado miércoles, fue en los pasillos de su emisora, Radio Madrid, apoyado en las muletas que le han acompañado estos últimos años de su vida, hablando con unas jóvenes que le escuchaban en cuclillas. Fumador empedernido, y defensor libertario del tabaco, Velasco llevaba en sus manos también un cigarrillo; entusiasta de la radio y de la vida, les hablaba a las chicas, seguramente, de los estudios que no se pueden hacer para hacer radio, y que son los estudios de la vida. Los que seguimos su programa de mediodía durante años en la SER y los que aún tuvimos ocasión de escucharle sustituyendo las ausencias de Iñaki Gabilondo en la parte general de Hoy por hoy, recordamos nítidamente el discurso radiofónico de José Luis Velasco. Era torrencial y cálido; desprendía una ternura que sólo está al alcance de quienes aman las cosas sencillas, y a pesar de que su cultura afloraba en cada uno de los asuntos que trataba, siempre fue un comunicador simple de la radio, es decir, un hombre que hablaba directamente de las cosas. Sus pasiones eran la comida y la música, y también la preocupación por la salud. Debía ser un hipocondriaco activo, pues él mismo lo decía en sus programas, y no sólo eso, sino que en algunos de los que hizo, singularmente a mediodía los fines de semana en Radio Madrid, se rodeó de médicos y de consejeros de salud. Tenía un gran sentido del humor, con el que se enfrentaba al micrófono en cualquier momento. Su equipo no debía ser muy abundante, pero siempre se refería a él como si hubiera estado compuesto por una legión de profesionales. Sus contertulios eran fieles y le siguieron de un lado al otro de la radio, de la mañana a mediodía y de allí a la madrugada. Los que le seguimos en la SER le escuchamos por último en las madrugadas de la radio, divulgando siempre la música clásica y la música española. También protagonizó microespacios en A vivir que son dos días, en los que fue de nuevo la voz de todas las músicas. Y aunque en este caso su relato tenía un propósito promocional, el estilo personal con el que decía las cosas no podría ser de cualquiera: era el estilo Velasco. Alto, corpulento, vio últimamente debilitada su salud y más flaco su ánimo, sobre todo a raíz de la muerte de su madre. Madrileño de nacimiento, presumía de gallego. Y de ser un profesional de la radio.-

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