OPINIÓN DEL LECTOR

Corazones saharauis

El pasado fin de semana, partieron desde Euskadi los 500 niños saharauis que han disfrutado de dos meses de verano junto a otras tantas familias vascas. El corazón se nos encogió a quienes hemos podido compartir nuestra vida con estos embajadores en busca de paz y libertad para su país. Estos pequeños de tamaño, pero tan grandes de corazón, viven en campamentos de refugiados soportando temperaturas altísimas, alimentándose gracias a la ayuda internacional y con muchas necesidades.

Algunos vuelven ahora gorditos, como Jalili, a quien le encanta comer carne y fruta mientras está en Euskad...

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El pasado fin de semana, partieron desde Euskadi los 500 niños saharauis que han disfrutado de dos meses de verano junto a otras tantas familias vascas. El corazón se nos encogió a quienes hemos podido compartir nuestra vida con estos embajadores en busca de paz y libertad para su país. Estos pequeños de tamaño, pero tan grandes de corazón, viven en campamentos de refugiados soportando temperaturas altísimas, alimentándose gracias a la ayuda internacional y con muchas necesidades.

Algunos vuelven ahora gorditos, como Jalili, a quien le encanta comer carne y fruta mientras está en Euskadi. Otros, como Abeidi, no quieren engordar, pero no dejan de ejercitar la mandíbula ante un buen plato de cus-cús al estilo euskaldun.

Todos marchaban felices por ver de nuevo a sus familias, por llevar los regalos que habían comprado, por contar todo lo que habían hecho y visto. Y las familias vascas nos quedamos aquí pensando en esos niños que han llenado nuestro corazón de arena saharaui para que no nos olvidemos de ellos ni de su pueblo, para que sigamos todo el año trabajando en pro del Sáhara, de su libertad robada injustamente, mientras esperamos que llegue el verano para encontrarnos de nuevo. Éstos son los deberes para las familias de acogida y los amigos cercanos: trabajar en pro de los derechos del pueblo saharaui.

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