Reportaje:FÓRMULA 1 | Gran Premio de Bélgica

Raikkonen, como pez en el agua

El piloto finlandés y Michael Schumacher son los más destacados en las últimas carreras disputadas bajo la lluvia

Ayrton Senna afirmaba que algunas curvas del circuito de Spa-Francorchamps le producían pesadillas. El legendario piloto, fallecido en el polémico accidente que sufrió en el circuito de Imola en 1994, admitía que su instinto de conservación le empujaba a veces a no pasar a fondo alguno de los virajes, como el célebre del Raidillon. Fernando Alonso, a quien algunos comparan con el legendario Senna por su puntillosa manera de poner a punto su bólido y gestionar las carreras, se pasó la mañana de ayer con un ojo puesto en el cielo de las Ardenas y con el otro en los parámetros técnicos de su Ren...

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Ayrton Senna afirmaba que algunas curvas del circuito de Spa-Francorchamps le producían pesadillas. El legendario piloto, fallecido en el polémico accidente que sufrió en el circuito de Imola en 1994, admitía que su instinto de conservación le empujaba a veces a no pasar a fondo alguno de los virajes, como el célebre del Raidillon. Fernando Alonso, a quien algunos comparan con el legendario Senna por su puntillosa manera de poner a punto su bólido y gestionar las carreras, se pasó la mañana de ayer con un ojo puesto en el cielo de las Ardenas y con el otro en los parámetros técnicos de su Renault R25. Nada le arrugó. Ni siquiera las cuatro gotas que empezaron a caer cuando Jarno Trulli salió a la pista. La calificación se salvó por los pelos de quedar definitivamente marcada por la lluvia. Las predicciones para la hora de la carrera auguran nubarrones y muchas posibilidades de lluvia, un factor que todavía no ha perturbado ningún gran premio este año.

El líder pronostica que "los mejores equipos continuarán ocupando los primeros lugares"

La conducción sobre el asfalto mojado varía radicalmente. El pilotaje es diferente y el rendimiento de los coches y, sobre todo, de los neumáticos, también. La máxima pericia bajo la lluvia se le atribuye a Michael Schumacher. La estadística es escasa porque tampoco el año pasado se disputaron carreras bajo la lluvia. Sólo dos grandes premios en 2004, los de Malaisia y Brasil, y únicamente durante los momentos previos y alguna de las primeras vueltas fueron disputados bajo la lluvia. Alonso tuvo que exhibir mucha pericia en la conducción el año pasado en Brasil, puesto que Renault decidió poner neumáticos lisos en sus coches y el asfalto estaba aún mojado.

Fue también en el brasileño circuito de Interlagos donde, en 2003, se disputó la última carrera realmente pasada por agua. La competición tuvo que ser detenida en la vuelta 56 de las 71 de que constaba como consecuencia de un violentísimo accidente en el que se vio envuelto Alonso, finalmente sin consecuencias. En primera instancia, se dio como vencedor de la carrera a Raikkonen, aunque una apelación posterior demostró que la prueba ya había quedado suspendida cuando el piloto finlandés adelantó a Fisichella, al que se dio definitivamente como ganador de la misma forma que se adjudicó la tercera posición a Alonso.

Esa misma temporada de 2003, Michael Schumacher ganó otro gran premio bajo la lluvia, el de Estados Unidos, por delante de Raikkonen, mientras que Alonso abandonó por un fallo en el motor. La fama de Schumacher bajo la lluvia ya estaba consolidada con sus triunfos en Gran Bretaña en 2002, donde Raikkonen tuvo que abandonar, y en Malaisia en 2001, donde Alonso, entonces con el poco competitivo Minardi, concluyó en la 13ª posición. Sin embargo, el piloto alemán sufrió un espectacular accidente en la prueba que se celebró en 1998, precisamente en Spa-Francorchamps, bajo una intensa tormenta.

Cuando el asfalto está mojado, el efecto más común que se produce en los coches de fórmula 1, con tracción trasera, es que las ruedas pierden adherencia y no obedecen al giro del volante. Los coches, entonces, empiezan a derrapar hacia el exterior de la pista. El piloto, en esas circunstancias, puede hacer dos cosas: levantar un poco el pie del acelerador o, si el coche no reacciona, puede frenar ligeramente sin bloquear las ruedas. Cuando es el coche entero el que tiene la tendencia a derrapar, el piloto también tiene dos posibilidades: girar el volante en el sentido inverso para intentar reestablecer el equilibrio o levantar el pie para dar a las ruedas traseras una posibilidad de adherencia. Hay momentos también en los que los pilotos pueden acelerar, pero sólo con mucha pericia y entrenamiento se aprende el momento justo para hacerlo. Una cuestión de maestría, aunque de cualquier forma la opinión de Alonso sobre la posibilidad de que la lluvia varíe radicalmente los resultados es concluyente: "Nunca he visto que ganara un Minardi pese a la lluvia. Los mejores equipos continuarán ocupando los primeros lugares".

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