Atrapadas entre la publicidad y el sexismo

En España, la primera fue Milene Dominguez,entonces compañera de Ronaldo. Luego Marigol, la heroína mexicana a la que la FIFA prohibió fichar por el Atlético Celaya, de su país, entonces en la Segunda División, mediante una resolución expresa. Entre ambas dinamizaron un fútbol femenino mirado sólo de reojo por un pequeño auditorio.

La tentación de la publicidad era manifiesta. El Rayo Vallecano quiso popularizar su equipo con la presencia de la esposa de Ronaldo y el Barça quiso recuperar el suyo con una mujer a la que no se le había permitido rivalizar con los hombres y que arrastraba ...

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En España, la primera fue Milene Dominguez,entonces compañera de Ronaldo. Luego Marigol, la heroína mexicana a la que la FIFA prohibió fichar por el Atlético Celaya, de su país, entonces en la Segunda División, mediante una resolución expresa. Entre ambas dinamizaron un fútbol femenino mirado sólo de reojo por un pequeño auditorio.

La tentación de la publicidad era manifiesta. El Rayo Vallecano quiso popularizar su equipo con la presencia de la esposa de Ronaldo y el Barça quiso recuperar el suyo con una mujer a la que no se le había permitido rivalizar con los hombres y que arrastraba una vida de dureza y pesadumbres.

"Ni una ni otra valen futbolísticamente mucho", coinciden varios entrenadores del futbol femenino, "pero tienen un efecto mediático. Y para nosotros, una línea en un diario es un mes de aliento, pero aquí ya las había mejores".

El patrón machista y la religión publicitaria ya los padecieron otras futbolistas con pedigrí internacional.

El histriónico presidente del Perugia, Luciano Gaucci, anunció a bombo y platillo que quería contratar a la alemana Birgit Prinz, del Francfort, para jugar en su equipo masculino. Prinz había sido elegida la mejor jugadora del mundo en la la gala de la FIFA de 2003.

La germana, después de dedicar cinco minutos a la oferta del club italiano, resolvió: "Si en la cancha puedo llamar la atención por mis atributos deportivos, entonces, puedo vivir con eso, pero no cuando se trata sólo de ser una niña bonita". La respuesta no era improvisada. Gaucci, días antes, había señalado: "Prinz es bonita, tiene un cuerpo hermoso y, como futbolista, es muy buena". Difícil para ella aceptar en tales circunstancias.

En la misma gala, la sueca Hanna Ljungberg fue elegida la tercera mejor jugadora. El presidente del Perugia también se había fijado en ella para integrarla a toda costa en su equipo. "Creo que sólo se trató de conseguir publicidad", declaró Ljungberg. "No me imagino, en cualquier caso, nuestra situación en el equipo, pero sería controvertida. La verdad es que estoy satisfecha de jugar con mujeres".

Desde entonces, nadie ha dado el paso. Con publicidad o sin ella. Ahora se abre una nueva vía.

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