El brasileño Tom Zé presenta en Montreux su música reivindicativa

"No hago música sino periodismo cantado", afirma el cantante

Recibido con una cobertura de medios digna de una gran estrella anglosajona, ha pasado por el Festival de Montreux uno de los artistas más incatalogables de la nueva galaxia brasileña: Tom Zé. El bahiano presentó el domingo por la noche, en la Sala Miles Davis, su nuevo trabajo, Estudando o pagode, en el que aboga por la mejora de las condiciones de vida de las mujeres.

Tom Zé suelta perlas como: "Quisiera que escuchando mis canciones la gente se sienta feliz... porque piensa", o "en Brasil decimos que la mujer es la reina de la casa, pero el trono en que se sienta es el de la de...

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Recibido con una cobertura de medios digna de una gran estrella anglosajona, ha pasado por el Festival de Montreux uno de los artistas más incatalogables de la nueva galaxia brasileña: Tom Zé. El bahiano presentó el domingo por la noche, en la Sala Miles Davis, su nuevo trabajo, Estudando o pagode, en el que aboga por la mejora de las condiciones de vida de las mujeres.

Tom Zé suelta perlas como: "Quisiera que escuchando mis canciones la gente se sienta feliz... porque piensa", o "en Brasil decimos que la mujer es la reina de la casa, pero el trono en que se sienta es el de la desgracia y su palacio, un palacio de miseria". Tal es el tono de su último trabajo, que el brasileño ha presentado en Suiza como un verdadero profeta del "nuevo sonido de Brasil".

Tom Zé, nacido en los suburbios pobres de Bahía, se presenta a sí mismo como "un analfabeto" aunque tiene el porte de un sabio. De hecho, en escena su imagen combina elementos de profesor loco e irónico mendigo. El creador ha tenido una carrera difícil y tardía, entre otras cosas porque nunca llegó a pertenecer a ninguno de los clubes tradicionales de la música brasileña. Ni la bossa nova ni el tropicalismo le terminaron de aceptar nunca en sus filas, y fue gracias al apoyo de David Byrne y a su sello Luaka Bop como comenzó a darse a conocer fuera de las fronteras de su país natal.

"Nunca fui aceptado porque, en realidad, no hago música sino periodismo cantado", afirma. Con un repertorio en el que se combinan elementos teatrales influidos por el music hall y la opereta, la obra de Zé no es lo que uno está habituado a reconocer como "música brasileña" aunque arrasó ante un público compuesto en gran parte por compatriotas.

Su disco Estudando o pagode sigue la línea ya iniciada en 1998 con Com defeito de fabricaçao, en el que denunciaba "la suerte de esos androides del Tercer Mundo que no consideramos más que mano de obra barata". Ahora es el momento de defender a las mujeres y su papel dentro de la sociedad brasileña. Zé aclaró al público europeo que "la pagode no es una pagoda sino un ritmo de las clases más desfavorecidas del Brasil", a quienes Tom Zé intenta dar voz a través de su trabajo, en el que combina artes plásticas, filosofía, poesía, teatro y pensamiento crítico.

Zé fue la perla rara que coronó las noches que han visto pasar por el festival a Zeca Pagodinho, Jorge Aragao, Beth Carvalho, Ivete Sangalo, Daniela Mercury o Margaret Menezes. Ante una Sala Miles Davis llena a reventar, la noche del domingo se presentó bajo el lema "Los Nuevos Sonidos del Brasil" e incluyó las actuaciones de la cantante Cibelle y Seu Jorge, a quien Zé presenta como una suerte de "hijo natural".

La historia de amor entre Brasil y el Festival de Montreux viene de lejos. No hay más que recordar conciertos míticos de Elis Regina, Hermeto Pascoal, Tom Jobim o João Gilberto.

Tom Zé, en su actuación el domingo en Montreux.MONTREUX JAZZ FESTIVAL
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