Crónica:

"Como Luis, pero más educado"

Bianchi se parece a Aragonés en el respeto que impone, según los jugadores del Atlético

"¿Cómo durmió usted?", pregunta Carlos Bianchi, poco después de las siete y media de la mañana, hora de diana, con los rizos canos y algo largos ya domesticados, la gorra de visera sobre la despejada frente. El técnico del Atlético es "muy educado", dicen sus colaboradores más próximos. Educado desde primera hora de la mañana. Porque el grupo comienza a entrenarse a las nueve. "No se limita a mandarte, haz esto o haz lo otro, también te pregunta por tus cosas y nunca levanta la voz". Los jugadores comentan de él que es "muy educado y muy poco hablador", pero van más allá. Creen que es poco hab...

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"¿Cómo durmió usted?", pregunta Carlos Bianchi, poco después de las siete y media de la mañana, hora de diana, con los rizos canos y algo largos ya domesticados, la gorra de visera sobre la despejada frente. El técnico del Atlético es "muy educado", dicen sus colaboradores más próximos. Educado desde primera hora de la mañana. Porque el grupo comienza a entrenarse a las nueve. "No se limita a mandarte, haz esto o haz lo otro, también te pregunta por tus cosas y nunca levanta la voz". Los jugadores comentan de él que es "muy educado y muy poco hablador", pero van más allá. Creen que es poco hablador porque "es muy observador". Bianchi lleva siempre bajo el brazo una carpeta de color rosa. "Apunta cosas", dicen. "Se está haciendo una idea", añaden.

Bianchi, piernas largas y delgadas, parece un hombre reflexivo. Y, según propia confesión, no le gustan "los coroneles ni las dictaduras". "Es bastante serio, eso sí", conceden desde el club rojiblanco. No bromea con los futbolistas. Pero tampoco les niega el diálogo. Al contrario, lo potencia: "Ve, Luis, eso les pasa a los jugadores habilidosos", animaba ayer a Perea en el campo de entrenamiento de Los Ángeles de San Rafael. "Rojos presionan poco, presionan mal, eso no es presionar", dice con la prosodia de un maestro de escuela paciente, sin apenas levantar la voz por encima del nivel de decibelios de los graznidos de los pájaros. Pero insistente: "Mal, presionan mal". Y el ejercicio continúa hasta que los rojos presionan bien. Bianchi trata de usted a los jugadores. No usa motes, excepto con el larguirucho Arizmendi, a quien llama gigantón. Opina que los padres eligieron un nombre para sus hijos para que fuese utilizado.

Los jugadores le respetan. "Recuerda en algunas cosas a Luis Aragonés", comentan desde el club. "Salvando las distancias, claro". Las distancias a las que se refieren es al peculiar genio del madrileño: impredecible y borrascoso. Pero Bianchi recuerda a Luis en que "ve a los jugadores como chavales, no le impresionan, él ha sido un jugador de élite y es mayor, no se le cae encima el vestuario". La clave es el respeto. "Ningún jugador podrá decir de Carlos Bianchi que le ha faltado al respeto", dice el preparador. A los futbolistas también les recuerda a Luis por su reserva y su constante vigilancia de todo. Toni Muñoz buscaba un técnico que invertiese la tendencia a la autodestrucción del vestuario. "Torres es la estrella, pues que sostenga él al equipo", era la consigna invisible. Con Bianchi, no se permiten esos personalismos. "Valoro el liderazgo, pero no es lo esencial", ha comentado el preparador, que trata de idéntica manera a todos los jugadores. No le gustan los psicólogos, pero sí aplicar la psicología.

Bianchi aún vive en un hotel céntrico de Madrid. Con el técnico en la concentración segoviana, de la que regresan el día 19 a Madrid, su mujer busca un apartamento para ubicarse definitivamente. "No creo que se busque un chalet en las afueras", dice un trabajador del Atlético: "Le pega más un piso en el centro". Mientras, la plantilla se entrena en sesiones dobles. La matutina es casi exclusivamente física. La vespertina incluye rondos en los que todos participan, partidillos y simulacros de situaciones que se pueden dar en los partidos.

Bianchi, en su estreno como entrenador del Atlético.EFE

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