Crónica:DE LA NOCHE A LA MAÑANA

Un mundo realmente insostenible

Casi todos los problemas que azotan a la Humanidad tienen una solución razonable, exceptuando el endémico enfrentamiento entre las artes escénicas valencianas y las instituciones que deberían apoyarlas

No será ofensa sugerir que la noción de "optimismo antropológico" del que hace gala Rodríguez Zapatero debe algo al marxismo de Marx (Carlos, el único de ese apellido que me fascina), cuando afirmaba que "bien mirado, la humanidad no se plantea ningún problema que no pueda resolver". Oreja, vuelta al ruedo y salida por la puerta grande. Porque o bien sugiere que no hay problema que no sea humano, o que no sea propio del entendimiento humano, o que no sea achacable a la conducta humana. Todo eso mientras analizaba el modo de producción asiático, que finalmente se ha globalizado más que el consu...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Antropologías

No será ofensa sugerir que la noción de "optimismo antropológico" del que hace gala Rodríguez Zapatero debe algo al marxismo de Marx (Carlos, el único de ese apellido que me fascina), cuando afirmaba que "bien mirado, la humanidad no se plantea ningún problema que no pueda resolver". Oreja, vuelta al ruedo y salida por la puerta grande. Porque o bien sugiere que no hay problema que no sea humano, o que no sea propio del entendimiento humano, o que no sea achacable a la conducta humana. Todo eso mientras analizaba el modo de producción asiático, que finalmente se ha globalizado más que el consumo de las grandes marcas de bebidas refrescantes. Solo una humanidad, o sus representantes electos, que ignora qué hacer con sus problemas más graves, puede fabricar armas capaces de destruir la vida en el Planeta o desarrollar su industria hasta el punto de recalentar su hábitat hasta la extenuación. Un tanto como el anciano que provoca la explosión del edificio que le alberga al prender una estufa en mal estado.

Sartre, Camus

Casi nadie ya se acuerda, pero ahora que se celebra el centenario del nacimiento de Jean Paul Sartre hay que rememorar su famosa polémica con Albert Camus en las páginas de la parisina revista Les Temps Modernes, en 1957. ¿De qué se trataba? Del ajuste de cuentas, en esa época que parece tan remota, entre el humanismo abstracto de Camus y el compromiso concreto de Sartre. Estamos en la época que se llamó de la guerra fría, mucho más caliente para artistas e intelectuales que eran amigos, como quien dice, de toda la vida. Época de grandes, desgarradoras rupturas. El tono de Sartre en ese escrito es soberbio e insultante, acaso cruel, es cierto. Pero, sobre todo, muy solvente. ¿El de Camus? Victimista, quejoso de la agresión que sufre a manos de uno de sus amigos, insistiendo -cuando nadie le ha puesto entre la espada y la pared de tan estrafalaria tesitura- que si debe elegir entre la justicia y su madre elige a su madre, etc.

Irak, otra vez

El régimen de Sadam Husein era un peligro para su pueblo, cierto, y sobre todo para el segmento kurdo de su población, más cierto todavía. Corrupto también, desde luego, aunque no más que otros muchos de la región. La solución a todo eso no era invadir el país a la buena de Dios, y al cabo se ha convertido en el problema. La vida allí es ahora insostenible, los muertos se cuentan por decenas cada día, y el extremismo más o menos islámico ha encontrado allí un auténtico filón de reclutamiento para Al Qaeda, con el efecto de multiplicación que todo ello tiene para la estabilidad de la zona. Así las cosas, Estados Unidos y el Reino Unido tratan de negociar con los líderes de la insurgencia por ver de conseguir los efectos que la tremenda invasión fue incapaz de conseguir. Será para acelerar el negocio de una problemática reconstrucción de ese pobre país.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Galicia, ahora

Argucias electorales aparte (como el hecho pintoresco del "voto extranjero", según el cuál pueden participar en esas elecciones descendientes de gallegos que jamás han pisado la tierra de sus antepasados), parecía imposible que Fraga Iribarne fuera desalojado del poder en que se refugió cuando los populares decidieron apartarlo del escenario principal de todas las batallas. Su penosa figura tendrá que conformarse con hacer leal oposición a un gobierno que detesta, curioso destino final para quien lo fue todo, o casi, en los aspectos más tenebrosos de la política española, pequeña justicia poética en relación con sus muchas y graves tropelías políticas que no hace falta ser gallego, ni siquiera descendiente de gallegos, para agradecer como Galicia necesita.

Todos a una

Parece que la Plataforma de las Artes Escénicas se convierte en fin en auténtica Plataforma de las Artes Escénicas, incluido el gremio de cantautores y también, no se entiende bien por qué, el de libreros. Claro que la política cultural del partido valenciano en el gobierno es impresentable, y dañina. Pero tirar por elevación puede producir el efecto paradójico de perder de vista las justas proporciones. Seguramente hay censados en Valencia más de mil actores, por no sumar otros efectivos escénicos, y, como ocurre en otros sectores, no hay trabajo para todos. Trabajo institucional, al menos. Clarificar la pertinencia de esa Plataforma, a la que tantos y tan alegremente se adhieren, sería un paso nada desdeñable para diseñar una solución plausible y razonable. Sin pagar peaje a una Irene Papas cualquiera, por supuesto. A fin de cuentas ¿cuántos profesionales se negaron de verdad a participar en Las troyanas o en Las comedias bárbaras?