Reportaje:FÚTBOL | Un histórico que vuelve

22.000 hinchas en Tercera

El Oviedo festeja a lo grande su regreso a Segunda B tras estar al borde de la desaparición

Este muerto está muy vivo. La frase, que una emisora de radio que transmite en bable (asturiano) tomó como latiguillo después de cada gol del Real Oviedo en los dos últimos años, pareció más justificada que nunca el sábado. Unas 22.000 personas en el estadio Carlos Tartiere y muchas más por las calles de la ciudad celebraron alborozadas el adiós del equipo a Tercera División, que es mucho más que un ascenso: es un balón de oxígeno para un enfermo, que en su momento llegó a estar en estado terminal.

Lo mejor de todo, o lo más significativo después de lo que pasó en la capital asturiana h...

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Este muerto está muy vivo. La frase, que una emisora de radio que transmite en bable (asturiano) tomó como latiguillo después de cada gol del Real Oviedo en los dos últimos años, pareció más justificada que nunca el sábado. Unas 22.000 personas en el estadio Carlos Tartiere y muchas más por las calles de la ciudad celebraron alborozadas el adiós del equipo a Tercera División, que es mucho más que un ascenso: es un balón de oxígeno para un enfermo, que en su momento llegó a estar en estado terminal.

Lo mejor de todo, o lo más significativo después de lo que pasó en la capital asturiana hace dos años, es que las celebraciones acabaron en el balcón del Ayuntamiento. Probablemente desde la misma estancia que frecuenta Gabino de Lorenzo, el alcalde del PP que en el verano de 2003, tras los dos descensos consecutivos, proclamó la muerte del Oviedo y su sustitución por otro club al que bautizó como Oviedo ACF y concedió los mismos colores que viste el equipo original, azul y blanco.

El oviedismo no traga con el cambio de rumbo municipal ni en los momentos de mayor felicidad de los últimos años. Cuando el equipo ganaba por 2-0 al Ávila (que se sumaba al 1-5 de la ida), casi todo el campo acompañó el grito de guerra surgido de las entrañas de los hinchas más radicales: "Gabino jódete". Ningún otro ("Volveremos a Primera, volveremos otra vez", fue el más recurrente), ni siquiera los dedicados al enemigo histórico, el Sporting, llevó la carga de rabia que el dedicado al alcalde.

Gracias a la ventaja de la ida, la fiesta del ascenso duró prácticamente una semana. Y se concentró el sábado en el Tartiere con música, bengalas pólvora y un tifo impresionante que representaba al ave fénix oviedista resurgiendo de las cenizas. Y a continuación, muy acorde con la categoría deportiva del equipo, paseo por la ciudad en un trailer tuneado en lugar del autobús de dos pisos puesto de moda en las celebraciones importantes.

Pero mientras en el campo las cosas empiezan a enderezarse, no hay manera de que llegue la tranquilidad a los despachos, a la zona burocrática, que está continuamente en estado de revuelta. Unos días antes del ascenso se conoció la intención del accionista mayoritario de la entidad, el abogado Celso González, de ofrecer la presidencia a Toni Fidalgo, el avilesino que el año pasado abandonó la Liga de Fútbol Profesional tras 17 años ejerciendo diversos cargos, el último el de adjunto a la presidencia. Sobre Fidalgo, que podría convertirse en el primer periodista en presidir un club de fútbol de cierta entidad, ha caído bien entre la afición. Pero no hay unanimidad. Unos le aplauden y los ultras, los aficionados más fanáticos del club asturiano, creen que será un títere de Celso González, que permanecería en la sombra controlando.

Aficionados del Oviedo festejan el éxito de su equipo.EFE

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