España se mete en cuartos de final

España se clasificó para cuartos de final, donde se medirá a la Argentina de Messi, Cardozo o Gago, superando con holgura a la selección turca, que contaba con el refuerzo de 10.000 espectadores en el campo de Emmen. La cabeza de Llorente -en sentido figurado y en el literal-, la velocidad de las bandas, elevadas al cuadrado en cada costado -en el zurdo Gavilán y José Enrique; en el diestro Juanfran y Molinero-, el golpeo a balón parado y la solidaridad creativa de Cesc y la solidez de los mediocentros Markel y Zapater, sirvió para que el grupo que dirige Iñaki Sáez convirtiese en práctica una...

España se clasificó para cuartos de final, donde se medirá a la Argentina de Messi, Cardozo o Gago, superando con holgura a la selección turca, que contaba con el refuerzo de 10.000 espectadores en el campo de Emmen. La cabeza de Llorente -en sentido figurado y en el literal-, la velocidad de las bandas, elevadas al cuadrado en cada costado -en el zurdo Gavilán y José Enrique; en el diestro Juanfran y Molinero-, el golpeo a balón parado y la solidaridad creativa de Cesc y la solidez de los mediocentros Markel y Zapater, sirvió para que el grupo que dirige Iñaki Sáez convirtiese en práctica una buena idea: tener la pelota y moverla deprisa.

Turquía quiso representar el papel de grupo oscuro pero conjuntado, de esforzada selección que cumple con su tarea y vence, ¡sorpresa!, al contragolpe. Pero en el guión se introdujeron algunas modificaciones esenciales: los turcos no pasaban del centro del campo y, además, no defendían bien. Así, los goles españoles llegaron tras cabezazos astutos de Llorente -que usa la cabeza más para pensar y centrar que para rematar- y errores tremendos de la zaga turca. El segundo gol de Juanfran fue especialmente absurdo. El lateral Teber mató la pelota con un cabezazo que dejó solo al extremo madridista. Ergun pagó su fallo, a parte de no haber visto la matrícula de Juanfran desde el minuto uno, con una sustitución tras el tanto.

José Enrique, un chaval del Levante, mostró detalles muy notables tratándose de un lateral izquierdo. Ubicado en un puesto generalmente intrascendente, su habilidad con la pelota en los pies, su velocidad, su profundidad y, sobre todo, la dosificación de sus apariciones para hacerlas realmente peligrosas y sorprendentes, le han convertido en uno de los dorsales de la selección más anotados en las libretas de los representantes.

Los últimos minutos mostraron una selección turca engullida por la depresión, casi apática pero obligada a regañadientes a adelantar metros. Su supuesta estrella, Ozturk, fue sustituido. Entonces, España, con muchos espacios, tuvo ocasiones de todos los colores y para casi todos los jugadores. Cesc ya estaba en el banquillo.