Reportaje:

De 'pívot' a pivote

El CAI de balonmano ha reciclado a Borja Vidal, que jugaba en el CAI de baloncesto

No daba crédito a lo que veía esa tarde de octubre de 2004. El presidente del CAI Aragón de balonmano, Ricardo Arregui, observaba atónito desde las gradas del Príncipe Felipe -pabellón que comparten para entrenar el CAI Zaragoza de baloncesto y el de balonmano- los peculiares movimientos del pívot Borja Vidal Fernández (Asturias, 1981). Con unas trenzas estilo Iverson (jugador de los Filadelfia 76ers de la NBA), el baloncestista coordinaba de manera singular sus 125 kilos con los 2,06 metros para agarrar con una mano la pelota naranja y encestar. "Tiene físico de balonmano; debería juga...

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No daba crédito a lo que veía esa tarde de octubre de 2004. El presidente del CAI Aragón de balonmano, Ricardo Arregui, observaba atónito desde las gradas del Príncipe Felipe -pabellón que comparten para entrenar el CAI Zaragoza de baloncesto y el de balonmano- los peculiares movimientos del pívot Borja Vidal Fernández (Asturias, 1981). Con unas trenzas estilo Iverson (jugador de los Filadelfia 76ers de la NBA), el baloncestista coordinaba de manera singular sus 125 kilos con los 2,06 metros para agarrar con una mano la pelota naranja y encestar. "Tiene físico de balonmano; debería jugar con nosotros", espetó Arregui. No pasó de ahí el comentario. Hasta hace tres semanas, cuando la sección de baloncesto decidió darle la baja federativa para poder incorporar al pívot nigeriano Nkechi Ezugwu. Y Borja, que llevará el 14 a la espalda, firmó el martes por tres temporadas... con el equipo de balonmano. Será, además, el tercer pivote mejor pagado de la Liga después de Juancho Pérez (Portland San Antonio) y Rolando Uríos (Ciudad Real).

La historia de Borja con el baloncesto también empezó de casualidad. En 1999, aunque no sabía siquiera botar la pelota, el Joventut de Badalona le fichó gracias a la mujer de un asesor de la entidad que informó de un chico muy alto que habitaba en un pueblo asturiano, Luarca. Jugó en el filial verdiblanco hasta 2001, cuando se fue al Melilla (LEB). Al año siguiente pasó por el Bilbao Basket y, en 2003, emigró a Italia, al Nápoles, donde le pusieron el sobrenombre de El Hispano porque se esforzaba al máximo en la pista, igual que Rusell Crowe en la película Gladiator. Tanto le gustó el apelativo que se lo tatuó en el pecho. En octubre de 2004 le fichó el CAI Zaragoza, pero, cuando empezaron los play-offs de ascenso, a principios de mayo, le despidió. Ni siquiera tuvo tiempo para lamentarse; le llegó la oferta del CAI de balonmano. "No sé cual es mi nivel verdadero, pero todos me dan buenas noticias. Ya veremos", aseguraba Borja ante la expectación que suscitaba su posible metamorfosis. Ahí entró Valero Rivera, ex técnico del Barça de balonmano y actual asesor del club maño que, junto al serbio Kosovac, técnico del CAI Aragón, le observó durante un entrenamiento. Diez minutos le bastaron: "Es un jugador de balonmano que ha estado jugando al baloncesto", concluyó.

El 24 de junio, Borja estará en el camping La Siesta, lugar de la Costa Brava donde Rivera realiza un campus para futuros jugadores. "No le costará absorber las nociones porque muchos de los movimientos de baloncesto son similiares a los de balonmano", asegura Rivera. Aunque en la web del club hay mucha gente que se mofa de la noticia -"juego a la petanca, quizás tenéis un sitio en el equipo para mí", se puede leer- y el CAI Aragón ha fichado a un pivote sueco, Andersson, Rivera asegura que su futuro es muy alentador: "Su reto es ser el pivote de la selección dentro de cuatro años". No es el primer caso en el que un deportista cambia de ámbito; Carlota Castrejana, internacional con la selección de baloncesto, ahora destaca en el triple salto; o Balic, central del Portland y mejor jugador del mundo, empezó siendo base en Croacia. Borja, por ahora, ha pasado de pívot a pivote en tres semanas.

Borja Vidal Fernández.DIARIO AS

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