Crítica:DANZA

Alma eslava

La base argumental de esta compleja pieza de teatro-danza relata cómo una madre se ve obligada a sacrificar a uno de sus dos hijos frente a una catástrofe natural, en aras de salvar al otro vástago y a sí misma. Pasado un largo e impreciso tiempo, esa madre, entre el razonar y el lamento, revive la tragedia, rebusca en la justificación ética de su comportamiento, con un resultado trágico (dicho esto en sentido clásico). La actriz Hanka Javorková, con un físico potente y un sentido actoral de peso, logra insertarse entre los bailarines, conjugarse en esa especie de treno coral que a la vez es m...

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La base argumental de esta compleja pieza de teatro-danza relata cómo una madre se ve obligada a sacrificar a uno de sus dos hijos frente a una catástrofe natural, en aras de salvar al otro vástago y a sí misma. Pasado un largo e impreciso tiempo, esa madre, entre el razonar y el lamento, revive la tragedia, rebusca en la justificación ética de su comportamiento, con un resultado trágico (dicho esto en sentido clásico). La actriz Hanka Javorková, con un físico potente y un sentido actoral de peso, logra insertarse entre los bailarines, conjugarse en esa especie de treno coral que a la vez es metáfora viva de muchas desgracias (algunas más naturales que otras). No elude el montaje el sesgo ideológico y hasta político, la disyuntiva entre la evocación del pasado y la apuesta de futuro a costa del sacrificio del presente.

Teatro de Danza de Eslovaquia

Agua / Bolero (Historia de una madre). Dirección y coreografía: Jan Durovchik. Libreto: Meter Pavlac. Música: Maurice Ravel y Michal Novinski. Escenografía y vestuario: Martín Cherny. Con Hanka Javorková (del Teatro Nacional Eslovaco). Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. Madrid, 20 de mayo.

El montaje resulta discreto en su estructura no lineal, los bailarines son discretamente capaces y la coreografía no es demasiado innovadora, limitándose a ilustrar no siempre felizmente esa acción relatada. La penetrante y sombría visión de las cosas que hace el alma eslava y que siempre vemos en sus libros, en su música, en sus escenarios (Kafka, Kapec, Janacek, Svoboda) está también aquí como sustrato o esencia. Es como si el baile en sí mismo no fuera lo que más importa, pero sí hacia dónde se quiere llevar al espectador. Es una manera de enfrentar el todo escénico muy alejado de lo habitual por estos lares, y es por eso que a veces extraña y a veces decepciona. La verdadera catástrofe natural estaría en no estar abiertos a entenderlos, aceptarlos.

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