Crítica:ROCK | Golden Smog

Agradable y sin complicaciones

Surgido en la escena musical de Minneapolis, Golden Smog supone el divertimento de cinco amigos músicos dispuestos a trazar en conjunto una visión del rock que les une a ellos y, muy posiblemente, a una gran parte de los seguidores de los géneros en todo el mundo en este momento.

Quizá la culpa de que sea uno de los grupos de moda de 2005 estriba en sus tres buenos discos hasta la fecha y en que sus componentes proceden de formaciones tan afamadas como The Jayhawks, Soul Asylum o Wilco.

El nivel de interés comentado fue acorde con la capacidad de convocatoria de esta banda en Mad...

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Surgido en la escena musical de Minneapolis, Golden Smog supone el divertimento de cinco amigos músicos dispuestos a trazar en conjunto una visión del rock que les une a ellos y, muy posiblemente, a una gran parte de los seguidores de los géneros en todo el mundo en este momento.

Quizá la culpa de que sea uno de los grupos de moda de 2005 estriba en sus tres buenos discos hasta la fecha y en que sus componentes proceden de formaciones tan afamadas como The Jayhawks, Soul Asylum o Wilco.

El nivel de interés comentado fue acorde con la capacidad de convocatoria de esta banda en Madrid y un día tan raro para la música en directo como es el domingo. Como si de un típico pásalo se tratase, los admiradores de esta superbanda de rock americano abarrotaron la sala para contemplar a unos músicos que ya habían visitado nuestro país con sus respectivas bandas de origen. Desde luego, puede decirse que los espectadores no salieron ni mucho menos defraudados, porque la selección de canciones fue ecléctica y francamente atractiva. Canciones de la discografía del grupo, más alguna de Jayhawks, de Run Westy Run e, incluso, inesperadas versiones, como Starman, de David Bowie, o algo más lógicas, como Podwerfinger, de Neil Young, en la que invitaron a tocar a otro veterano ilustre: el ex Dream Syndicate y marido de la batería Linda Pitman, Steve Wynn.

Golden Smog

Gary Louris (voz, guitarra y teclados), Dan Murphy (guitarra y coros), Marc Perlman (bajo), Kraig Jarret Johnson (voz y guitarra) y Linda Pitmon (batería). Sala El Sol; 26,72 euros. Madrid, domingo 17 de abril.

Canciones tras las que siempre andan apareciendo las sombras de The Byrds, Rolling Stones, Eagles y, por supuesto, Neil Young. Canciones en las que el lucimiento de los músicos -tremendamente talentosos y experimentados- fue enorme. Las voces sonaban cálidas, atractivas y bien afinadas. Las guitarras tenían ese sabor de autenticidad de los rockeros de corazón, y el conjunto, sin alardes de virtuosismo instrumental, encajaba como las piezas de un reloj artesano, produciendo lo que una espectadora definió perfectamente como "un rollo agradable". Así, sin complicaciones.

Ciertamente, gracias a la riqueza melódica que el grupo tiene y que parece el signo de los tiempos en el rock de ahora, el resultado era francamente bonito y temas como Won't be coming home, Until you came alone o la sicodélica Beautiful mind sonaron esplendorosas. Cierto es que el punch rítmico de esta banda no invita precisamente al baile, pero eso no empañó un concierto que dejó francamente entusiasmados a la inmensa mayoría de asistentes.

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