ANTOLOGÍA DE BABEL | POESÍA

Sobre un trono de piedra

Ludovisi. Palazzo Altemps



Dime, si es que lo sabes: esa piedra,

ese trono de mármol indiviso,

¿durará más que el tiempo? ¿Acaso llevará,

más allá de nosotros, nuestros sueños

a la región oscura en que naufraga

la memoria que abriga nuestro ser de esperanza?

Mira, en la piedra, la mujer que sale

del agua. Dos sirvientas que la asisten

cubren su desnudez apenas, y ella lleva sus brazos

mojados a los hombros, a los cuerpos

que hacia ella se inclinan: luz carnal,

la ansiedad de las manos, los hom...

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Ludovisi. Palazzo Altemps

Dime, si es que lo sabes: esa piedra,

ese trono de mármol indiviso,

¿durará más que el tiempo? ¿Acaso llevará,

más allá de nosotros, nuestros sueños

a la región oscura en que naufraga

la memoria que abriga nuestro ser de esperanza?

Mira, en la piedra, la mujer que sale

del agua. Dos sirvientas que la asisten

cubren su desnudez apenas, y ella lleva sus brazos

mojados a los hombros, a los cuerpos

que hacia ella se inclinan: luz carnal,

la ansiedad de las manos, los hombros del deseo.

A un lado, una muchacha toca ahora

un caramillo. Está sentada y cruza

sus piernas. Es verano: está desnuda.

Y toca y toca, y en su melodía

se escuchan las cigarras. Oye el canto

atravesar el tiempo, llegar a estas laderas.

Más información

Una mujer, del otro lado, quema

incienso. Un manto cubre su cabeza.

Al extremo de un alto tallo brota

el pebetero como flor abierta

a la luz, y que bebe luz ardida. Mirad

la ofrenda que ese fuego hace a la luz.

No hay destrucción, dijiste. Volveremos

al seno de la estrella, a la región

del origen y el fin, a la materia

inmortal y materna. Y aunque sólo

quedara de nosotros esa piedra,

esa piedra dirá toda nuestra memoria.

Poema inédito, de un libro en preparación.