Osadía

Con esa especial personalidad suya que parece una declaración de antimercadotecnia, el dúo Amaral volvió a cometer la osadía de defender sus canciones en desnudo formato acústico y salir, como siempre, airosos de un intento en el que fracasaría la mayor parte de la nómina del pop español de ahora. Fue ante una reducida audiencia, los primeros que compraron su último disco, Pájaros en la cabeza, quienes agradecieron con cariño este detalle de antidivismo al que no suele estar obligado un grupo que, nada más editarlo, acaba de colocar su disco en el número uno en las listas de los superve...

Con esa especial personalidad suya que parece una declaración de antimercadotecnia, el dúo Amaral volvió a cometer la osadía de defender sus canciones en desnudo formato acústico y salir, como siempre, airosos de un intento en el que fracasaría la mayor parte de la nómina del pop español de ahora. Fue ante una reducida audiencia, los primeros que compraron su último disco, Pájaros en la cabeza, quienes agradecieron con cariño este detalle de antidivismo al que no suele estar obligado un grupo que, nada más editarlo, acaba de colocar su disco en el número uno en las listas de los superventas.

Juan y Eva regalaron la interpretación de un puñado de canciones nuevas y antiguas en un ambiente distendido y en el que los únicos efectos de sonido consisten en la amplificación de dos voces y dos guitarras. Por cierto, el concierto sirvió, aparte de para comprobar la excelente forma artística de que goza la pareja, para oír cantar de forma satisfactoria a Juan, que siempre parece camuflado por el sonido de la banda que les acompaña. La gente gozó sobremanera de las nuevas canciones, en especial de temas como Sebas, Marta, Guille y los demás, un hermoso canto nostálgico a la amistad, El río, sentido manifiesto ecologista, o No soy como tú, tema antiguo, pero aún con vigencia. Todos ellos sólo a guitarra y voz. Lo dicho: una osadía en los tiempos que corren.