Las 7.300 y una noches de compases

Los más viejos del lugar recuerdan a un jovencísimo Chano Domínguez rasgando una guitarra al fondo de la barra, haciendo versiones de Emerson, Lake & Palmer. O a Javier Ruibal cuando apenas comenzaba a descollar como cantautor. O al saxofonista Abdu Salim, cuando todavía trabajaba en la Base Naval de Rota, pero ya empezaba a plantearse dar el salto a la música profesional.

La lista de figuras que han pasado por el Cambalache Jazz Club es inabarcable, y sin embargo su dueño, Hassan Assad, nunca ha dado demasiada importancia a este hecho. "Son buenos amigos", dice, y utiliza para ellos el...

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Los más viejos del lugar recuerdan a un jovencísimo Chano Domínguez rasgando una guitarra al fondo de la barra, haciendo versiones de Emerson, Lake & Palmer. O a Javier Ruibal cuando apenas comenzaba a descollar como cantautor. O al saxofonista Abdu Salim, cuando todavía trabajaba en la Base Naval de Rota, pero ya empezaba a plantearse dar el salto a la música profesional.

La lista de figuras que han pasado por el Cambalache Jazz Club es inabarcable, y sin embargo su dueño, Hassan Assad, nunca ha dado demasiada importancia a este hecho. "Son buenos amigos", dice, y utiliza para ellos el mismo registro que para otros clientes habituales ajenos a los escenarios, como Patalo, Serafín o Antonio Almozara.

Por el Cambalache han desfilado algunos de los nombres imprescindibles del jazz español, como Javier Colina, Ignasi Terrasa, Nono García o Arturo Serra, pero también glorias extranjeras como el Art Ensemble of Chicago, que dejó su firma en las paredes del local. Una de las noches memorables de este local fue la retransmisión en directo del programa radiofónico El bulevar del jazz desde la misma barra del local, con el abultado elenco de la Sonora Big Band copando el reducido espacio del escenario.

Los flamencos también han sido habituales: El Barrio, Palomar y hasta Pepe de Lucía saben lo que es una noche de cante íntimo en el cuartito del fondo. Incluso cultivadores de la música contemporánea, como la cantante Fátima Miranda o el compositor Llorenç Barber, asomaron alguna que otra vez en compañía del musicólogo gaditano José Ramón Ripoll. Todo eso por no mencionar a los escritores, pintores, cineastas y gente de teatro que han compartido entre estas cuatro paredes copas y conversaciones con otras muchas anónimas criaturas de la noche.

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