Una cita en Pamplona con la infancia perdida

Giscard Magloire entró en Ceuta tapándose los ojos con las manos. Con 11 años, se fue con su familia de su ciudad natal en Camerún hacia Costa de Marfil. En la guerra, mataron a su padre. Ya solo, recorrió toda África hacia el norte: Burkina Fasso, Mali, Argelia y Marruecos. Sólo quería ganarse la vida pero no le fue bien.

Con 400 euros ahorrados, pagó a un marroquí que lo montó en un neumático para atravesar por mar la frontera a Ceuta. Giscard no sabe nadar y confiesa que prefirió no mirar en aquel corto pero crucial viaje. Mamadou Kabirou y Samuel Pounque, también de Camerún, saltaro...

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Giscard Magloire entró en Ceuta tapándose los ojos con las manos. Con 11 años, se fue con su familia de su ciudad natal en Camerún hacia Costa de Marfil. En la guerra, mataron a su padre. Ya solo, recorrió toda África hacia el norte: Burkina Fasso, Mali, Argelia y Marruecos. Sólo quería ganarse la vida pero no le fue bien.

Con 400 euros ahorrados, pagó a un marroquí que lo montó en un neumático para atravesar por mar la frontera a Ceuta. Giscard no sabe nadar y confiesa que prefirió no mirar en aquel corto pero crucial viaje. Mamadou Kabirou y Samuel Pounque, también de Camerún, saltaron la frontera con dos escaleras. Una a cada lado de la alambrada.

Los tres ahora comparten clases de albañilería en Cádiz. Pero los deseos de cada uno son diferentes. Mamadou quiere más clases de informática. Sabe que ahí está el futuro. Y no duda en reclamar más lecciones. Samuel había conocido en Ceuta a la que hoy es su novia, también africana, con la que tiene una hija de seis meses.

Las dos están en Madrid. Samuel quiere terminar cuanto antes el taller para encontrar rápidamente trabajo y reencontrarse definitivamente con su familia. Se quiere marchar pero a los impulsores del taller les está muy agradecido. Tanto que quiere como padrino de boda al coordinador del proyecto, Carlos Carvajal.

Más que un deseo, Giscard tiene una cita. Una cita en Pamplona. Cuando se fue de Camerún hace 14 años, dejó allí a sus amigos. Ahora que está en España ha sabido que dos antiguos compañeros están en la capital navarra. Ya ha podido hablar con ellos a través de Internet.

Los responsables de Tartessos están intentando que una empresa de la zona contrate a Giscard. Para que recupere, ya adulto, los recuerdos de una infancia perdida.

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