ZAPPING

¿Sabios o listos?

En una escena del culebrón Obsesión (TVE-1) se produce una acalorada discusión entre dos personajes. Los interpretan Juan José Pardo y Eduardo Aldán.

La casualidad ha querido que, simultáneamente a su trabajo en el culebrón, ambos estén presentando otros programas en zonas opuestas de la parrilla. Pardo es el jocoso anfitrión de Aquí hay trabajo (La 2), y se atreve a tratar con humor un mundo tan delicado como el de la oferta y la demanda laboral. Y Aldán es uno de los verborreicos bustos parlantes de Caiga quien caiga (Tele 5). No se trata de un caso de plur...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En una escena del culebrón Obsesión (TVE-1) se produce una acalorada discusión entre dos personajes. Los interpretan Juan José Pardo y Eduardo Aldán.

Doble vida

La casualidad ha querido que, simultáneamente a su trabajo en el culebrón, ambos estén presentando otros programas en zonas opuestas de la parrilla. Pardo es el jocoso anfitrión de Aquí hay trabajo (La 2), y se atreve a tratar con humor un mundo tan delicado como el de la oferta y la demanda laboral. Y Aldán es uno de los verborreicos bustos parlantes de Caiga quien caiga (Tele 5). No se trata de un caso de pluriempleo o de don de la ubicuidad, sino de que se emitan trabajos realizados hace tiempo en el momento en el que uno ya se ha colocado en otro sitio.

Sabios

El voto discrepante de Fernando González Urbaneja en el informe redactado por el comité de sabios confirma que lo que mal empieza mal acaba. Nuevo refrán de circunstancias: "No rectificar es de comité de sabios". Las opinables mejoras del proyecto maquillan una evidencia: para las conclusiones a las que se ha llegado bastaba aplicar las medidas que rigen en distintos países. En cuanto a la reflexión que incluye tan sabio diagnóstico podría haberse despachado en cualquier universidad de verano. En cambio, para los problemas que arrastra RTVE y la dificultad de librarse de la deuda y del déficit, es insultante recurrir al viejo truco de que el Estado vuelva a pagar lo que ya pagó. El concepto de servicio público tampoco queda claro. En eso los sabios se han ceñido a las leyes de la ficción: dejar siempre un hilo argumental colgando para mantener la intriga.

Cruel

En El diario de Patricia, una mujer que lleva 22 años sin ver a su hija, a la que donó en adopción, espera reencontrarse con ella. La presentadora pospone al máximo el encuentro. La agonía se eterniza hasta límites inhumanos, sólo tolerables para aquellos masocas a quienes todavía se nos ocurre presenciar semejante espectáculo. Cuando parece que les va a conceder el ansiado momento, Patricia Gaztañaga, cruel por exigencias del contrato, mira a la cámara y dice: "Será después de una pausa". La pausa se eterniza y, finalmente, madre e hija se funden en un emocionante abrazo. La crueldad y el alquiler de intimidades venden. Leo que en otros países hay programas que basan su encanto en, por ejemplo, intentar salvar un matrimonio en crisis a través de un mediador, todo ante las cámaras. O que en el reality show Super nanny, una Mary Poppins militarizada se mete en una familia a intentar redimir, a base de disciplina paramilitar, la abulia y los malos modales de los hijos más descarriados. Si la espiral continúa, cuando estemos muertos podremos donar nuestro cuerpo a la tele en lugar de a la ciencia y participar en algún concurso de autopsias. Propuesta de título: De cuerpo presente.

Archivado En