Pendientes de una llamada

Después de tres días de nervios, de que la esperanza imposible se alternase con la angustia, los familiares de los desaparecidos pudieron ayer por la tarde dar rienda suelta a su dolor. Pasadas las cuatro de la tarde, por una llamada desde el remolcador Alonso de Chaves conocieron que los buceadores habían localizado tres cuerpos. No sabían los de quienes, pero las familias sintieron algo parecido a una liberación. Si habían recuperado tres, los demás podrían estar también en el interior del barco.

Pasadas las cinco, cuando abordaban una nueva comunicación oficial desde el ...

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Después de tres días de nervios, de que la esperanza imposible se alternase con la angustia, los familiares de los desaparecidos pudieron ayer por la tarde dar rienda suelta a su dolor. Pasadas las cuatro de la tarde, por una llamada desde el remolcador Alonso de Chaves conocieron que los buceadores habían localizado tres cuerpos. No sabían los de quienes, pero las familias sintieron algo parecido a una liberación. Si habían recuperado tres, los demás podrían estar también en el interior del barco.

Pasadas las cinco, cuando abordaban una nueva comunicación oficial desde el Alonso de Chaves les informó que los cuerpos -entonces ya cuatro- serían desembarcados no en Burela, en cuya cofradía llevan refugiados desde el pasado martes, sino al puerto deportivo de Viveiro, y desde allí serían trasladados por carretera al Hospital de Burela.

El hábito del vaivén anímico se puso en marcha de nuevo y buena parte de las familias protestó porque querían estar presentes cuando los restos de sus seres queridos tocaran tierra. Desde las nueve de la noche, los parientes se enclaustraron de nuevo, ya en el centro médico, para identificar a los cadáveres y ver quiénes tendrán que seguir las próximas horas pendientes de las comunicaciones del Alonso de Chaves. El grupo aumentará hoy. Desde Perú llegarán en avión más allegados de los tres tripulantes de aquel país, dos de cada uno, entre ellos la mujer de José Santos Clavijo.

El núcleo de deudos de los desaparecidos, agrupado y resguardado por las múltiples autoridades presentes en la zona, contrastó ayer con la expansión del llamado turismo de catástrofe. Grupos de curiosos abarrotaron durante todo el día playas y miradores desde donde se divisaba la zona donde se realizaban los trabajos y el lugar donde desembarcaron los cuerpos.

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