Entrevista:BALTASAR GARZÓN | JUEZ DE LA AUDIENCIA NACIONAL | ENTREVISTA

"Es un error caer en el laberinto de la negociación de ETA"

Baltasar Garzón, de 49 años, luce traje negro de raya diplomática, camisa blanca y corbata con destellos celestes. Ha trasnochado, entre veras y chistes, pero aquí está, genio y figura, impecable. Después de posar ante las cámaras en una mañana tan fría como soleada, está dispuesto a vender su obra -su libro, claro, y su personalidad-. Es la mañana del 16 de febrero de 2004 en la sede de la editorial Random Hosue Mondadori, en la madrileña calle de O'Donnell. Hace hoy 17 años que Garzón, cumplidos los 31, se estrenaba como titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nac...

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Baltasar Garzón, de 49 años, luce traje negro de raya diplomática, camisa blanca y corbata con destellos celestes. Ha trasnochado, entre veras y chistes, pero aquí está, genio y figura, impecable. Después de posar ante las cámaras en una mañana tan fría como soleada, está dispuesto a vender su obra -su libro, claro, y su personalidad-. Es la mañana del 16 de febrero de 2004 en la sede de la editorial Random Hosue Mondadori, en la madrileña calle de O'Donnell. Hace hoy 17 años que Garzón, cumplidos los 31, se estrenaba como titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.

Pregunta. ¿Sabe usted qué día es hoy?

Respuesta. Sí... [mira el reloj]. El 16 de febrero de 1988 asumí como juez de la Audiencia Nacional. Es algo que no olvidaré nunca...

"Es terrible que haya habido el 11-M y que exista la organización terrorista ETA. ¿Pero cuál es la razón para conectar dos fenómenos que no lo están? Y menos mal que no lo están"
"La conducta del PP supone, para mí, tirar piedras sobre su propio tejado. Claro, ya sé yo cuál es el problema: la obsesión de no aceptar que se han perdido las elecciones del 14-M"
"Yo voté ese día como todos los españoles y no voté por lo que pasó el 11-M. Me siento atacado cuando alguien dice que los terroristas consiguieron su objetivo"
"La guerra de Irak fue ilegal y podría haber crímenes de guerra. Hay muchas zonas oscuras. Algún día deberá investigarse, sí"
"Nunca he estado enemistado con Felipe González. Lo he dicho muchas veces. Nos hablamos muy claramente cuando lo tuvimos que hacer. Yo le respeto a él como él me respeta a mí"
"ETA no va a conseguir absolutamente nada. Puede seguir matando indefinidamente..., pero si el Estado de derecho actúa como debemos, terminará siendo algo marginal"
"No me arrepiento de haber pasado por la política. Dije al marcharme que había sido un error, que me había equivocado. Incluso en esos momentos difíciles aprendí cosas"
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P. Se toma usted nueve meses de licencia. ¿Piensa usted regresar a su puesto en el Audiencia Nacional?

R. Mi... proyecto inmediato... es... volver. Es decir, yo tengo una licencia por estudios que se extiende desde el 1 de marzo hasta el 1 de diciembre de 2005 y no tengo en estos momentos ningún proyecto vital diferente al de regresar a la Audiencia Nacional...

P. Pero está abierto...

R. No, no es que esté abierto. Simplemente, ignoro lo que puede ocurrir en este tiempo. Si no me marchara ahora, me sentiría en la misma situación. No sé lo que va a ocurrir de aquí a seis o nueve meses.

P. Escribe usted sobre el 11-M: "El ataque terrorista nos sorprendió con las puertas abiertas y las torres sin vigilancia". El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha creado el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista. A bocajarro: ¿le hubiera gusta ser el zar de la lucha antiterrorista?

R. Me gustaría que esa coordinación se estableciera realmente, es decir, que hubiera más ambición. Es cierto que se ha creado el centro. Me parece insuficiente. Si es un primer paso, de acuerdo. Pero son necesarios pasos rápidos para que esas torres tengan vigilancia y las puertas estén bien cerradas. Si no es así, ante una amenaza terrorista de la envergadura que enfrentamos, o estamos bien pertrechados o van a lograr atacarnos de nuevo. Para eso es insuficiente la coordinación que hoy existe. Creo que la comisión de investigación del 11-M, por ejemplo, debería sacar conclusiones positivas. Me importa bastante poco la cuestión política. Está claro para cada uno de los españoles lo que sucedió. Interesa ahora el futuro. Los dos grandes partidos deberían estar en esa dinámica. Y la coordinación de seguridad debe ser dirigida con firmeza. Quién es la persona que dirija esa coordinación es lo de menos. No tengo en perspectiva una opción de ese tipo. Lo importante: se tiene que lograr esa coordinación. Llevo años diciéndolo.

P. Usted pensó primero, el 11-M, que el atentado había sido producto del terrorismo islamista, después creyó que era ETA y volvió, ese mismo día, a la idea del terrorismo islamista. ¿Entiende que a un año del atentado todavía se intente rascar debajo de las piedras una conexión con ETA?

R. Todos los datos e informes públicos del sumario del 11-M y la información aportada a la comisión del 11-M evidencian la inexistente relación de ETA con el atentado del 11-M. Las cosas son como son y no como quieren algunos que sean. Y aquellos sectores y medios de comunicación que pertinazmente han tomado la bandera de relacionar a ETA con el atentado, manipulando informaciones, insistiendo en forma absolutamente irracional en que algo tiene que ser como se quiere predeterminadamente que sea, todo ello con el objetivo de dar cobertura a lo que se ha hecho o escrito, provocan un daño terrible a los ciudadanos. Las cosas son como son. Es terrible que haya habido el 11-M y que exista la organización terrorista ETA. Pero ¿cuál es la razón para conectar dos fenómenos que no están conectados? ¡Y menos mal que no lo están! Parece que algunos quisieran que se fundieran para que pudieran atacarnos todavía más. ¡Ya está bien! No ha habido conexión ETA-islamistas. Ojalá que no la haya nunca y pongamos los medios para que ambos terrorismos desaparezcan.

P. ¿Por qué se insiste, contra toda evidencia, en esa conexión?

R. Creo que es una postura previamente decidida. Hay un sector de medios de comunicación que lo hace y parece que marca la pauta de la oposición, que se equivoca. Es de sabios rectificar. Pero no. Insisten. Un miembro de la comisión del 11-M, del Partido Popular, hasta pretendió hacer de fiscal o juez y llenar formularios con preguntas para un acusado en esta causa que está en la cárcel. ¿Qué se persigue? Se me escapa. Se han conocido hoy mismo

[miércoles 16 de febrero de 2004] los informes periciales. El juez Juan del Olmo ha dictado un auto. Está ahora más claro, si cabía, que ETA nada tiene que ver con el 11-M.

P. El 11-M, según el libro, usted pensó que si ETA estaba detrás de la masacre "nos habíamos equivocado estrepitosamente en nuestra estrategia". Fuentes solventes atribuyen al entonces director de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, la frase de que si ETA era responsable de la matanza, los responsables de seguridad debían dimitir. En otros términos, con su estrategia post-11-M, ¿no cuestiona el PP sus propios éxitos en la lucha contra ETA?

R. Sí, tengo la misma percepción. A veces no entiendo nada de esa estrategia del Partido Popular. No tiene ni pies ni cabeza. Porque hay una cosa que nadie de bien le puede negar a los Gobiernos del PP: su lucha contra ETA ha sido eficaz. Y digo más: también contra el terrorismo islamista en la medida en que se han logrado detenciones antes y después del 11-S. Allekema Lamari, uno de los suicidas de Leganés, fue detenido en 1997. Ha sido insuficiente, es cierto. La inmediatez la representaba el terrorismo de ETA, no el terrorismo islamista, y ello pese a que la participación del Gobierno de Aznar en la guerra de Irak aconsejaba extremar las precauciones. No se hizo. La conducta del PP supone, para mí, tirar piedras sobre su propio tejado. Claro, ya sé yo cuál es el problema: la obsesión de no aceptar que se han perdido las elecciones del 14-M. Se trata, pues, de encontrar culpables. En este caso, en el pueblo español. Yo voté ese día como todos los españoles. Y no voté por lo que pasó el 11-M. Me siento atacado cuando alguien dice que los terroristas consiguieron su objetivo.

P. Al valorar los dos encuentros de negociación, en 1998 y 1999, del Gobierno de Aznar con ETA, usted señala: "En ambos casos, el Gobierno del PP se vio embarcado en el laberinto trazado por la organización terrorista y no fue lo suficientemente audaz para ganarle la partida o para dejarla, todavía más, sin argumentos". ¿Piensa, pues, que la única solución es la policial?

R. Todo el mundo da por hecho que ETA, cuando dice que quiere negociar, quiere negociar. Y realmente lo que quiere es imponer unas condiciones a toda costa. Eso no es dialogar, ni siquiera negociar. Es imponer. Para dialogar debes estar dispuesto a ceder algo. En un Estado de derecho hay límites que, desde mi punto de vista, no pueden franquearse. No podemos olvidar que la Administración de justicia es un poder independiente. No se puede pedir a los jueces que dejen de investigar. No se puede escenificar permanentemente, contactos sí, contactos no. Eso es hacer el juego a una organización muy compleja que mueve ficha milimétricamente para reírse del Estado de derecho y llevar la pelota a su tejado. Para los terroristas, ETA está en pie de igualdad con las fuerzas de seguridad. Su presunta negociación es algo así como un armisticio. O, como han dicho dirigentes de ex Batasuna, una "desmilitarización multilateral". El Estado de derecho tiene sus normas y defiende a la sociedad frente al terrorismo. Y hay que tomar la iniciativa. Tomar decisiones y no esperar a que la organización terrorista marque el ritmo. Y digo esto porque ha quedado en evidencia que ETA no quería negociar. Frente a eso, lo único que es realmente eficaz es la acción policial y judicial, y la cooperación internacional. ¿Cuándo nos convocan los terroristas al presunto diálogo o negociación? Cuando se acercan unas elecciones en las que no podrán presentarse determinadas personas. Entonces formulan un nuevo órdago al Estado. O también lo hacen cuando están mal desde el punto de vista operativo. Eso no quiere decir que no puedan cometer un atentado. Vemos estos días que eso podría acontecer. Ahí está la enseñanza. Yo creo que jugar con esto es muy peligroso. Los grandes procesos de pacificación y reconciliación que se han desarrollado en el mundo son mucho más serios y rigurosos que este juego.

P. Le parece, por tanto, que el peligro de "verse embarcados en el laberinto trazado por la organización terrorista", como escribe usted, está vigente?

R. Sí, sí, y eso es lo que está pasando ahora. Y entrar en ese juego es muy peligroso.

P. ¿Cómo seríamos "suficientemente audaces para ganarles la partida"?

R. La única oferta posible ahora es que los terroristas asuman que están acabados, que jamás van a conseguir lo que pretenden. Nunca. Es imposible. Ni referéndum, ni no referéndum, ni nada. La organización terrorista no va a conseguir absolutamente nada. Puede seguir matando indefinidamente... pero si el Estado de derecho actúa como debemos, terminará siendo algo marginal. Ha pasado. Es el caso de las Brigadas Rojas en Italia. El IRA y el Sinn Fein han pactado, pero ahí ha habido grandes líderes que han dado lo que tenían que dar y, desde luego, para conseguir una autonomía muchísimo menor que la que ya existe en el País Vasco. El marco es el que se le está ofreciendo: el de aplicación de la legalidad. Después, el Estado de derecho tiene mecanismos para suavizar, terminar o mantener cualquier situación. Se ha hecho en otros momentos históricos.

P. ¿El Gobierno ha caído en la tentación de embarcarse en ese laberinto...?

R. Creo que es una tentación que puede llevar a algún tipo de contactos con ese mal llamado entorno. Se olvida que se está hablando de una organización declarada ilegal que está suspendida judicialmente en un proceso criminal. Por ello cuando algunos dicen que si se renuncia a la violencia veríamos la Ley de Partidos... Bueno, la Ley de Partidos vale, pero ¿y la Ley de Enjuiciamiento Criminal? Porque está ahí y no creo que se vaya a modificar. Se debe ser cauteloso con esto. Están jugando con nosotros y nos están nuevamente manipulando en ese laberinto...

P. ¿Y por qué todo el que llega a La Moncloa ve pasar esa rubia escultural por delante y cae en la misma tentación?

R. Yo no soy nadie para juzgar y valorar a quien preside el Gobierno. Tiene una labor por hacer. Lo que digo es que el análisis lo extraigo de una experiencia, la mía, que no tiene por qué ser la misma que la de cualquier otro, y no quiere decir que yo esté en posesión de la verdad. Creo que es un error introducirse en ese laberinto porque no se puede salir bien.

P. En 1993 decía usted que era aceptable cualquier solución dentro de la legalidad.

R. Evidentemente. La legalidad es muy amplia. Lo que aquí sucede es que la organización terrorista ETA, el complejo liderado por ETA, establece un jaque permanente y de igual a igual al Estado y exige una solución negociada como si de un conflicto, y así lo llama, existiera. Yo niego la existencia de tal conflicto. Ni siquiera semánticamente lo acepto. Lo único que hay es una actividad delictiva, terrorista, con una base política, ideológica, nacionalista, pero una actividad que está fuera de la legalidad española, fuera de la legalidad internacional, que está fuera de la legalidad básica de la defensa de los derechos humanos y participando clarísimamente de la naturaleza de crímenes contra la humanidad.

P. La negociación es inadmisible, y punto. ¿Es eso?

R. En la situación actual es inadmisible, y punto. Mientras que ETA exista como tal, es imposible. No existe la posibilidad porque quien la niega es ETA. Son expertos en la manipulación del lenguaje.

P. Ha procesado usted hace algunas semanas a la cúpula de Batasuna. Ahora ya nadie flirtea con autorizar a los dirigentes de ex Batasuna a participar en las elecciones vascas del 17 de abril. ¿Siente que ha sido gracias a su acción?

R. Los efectos de un auto de procesamiento, una vez firme, vienen establecidos por la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando se trata de actividades terroristas. Por tanto, es un obstáculo insalvable. Otra cosa es que la resolución no sea firme hasta el momento de la elección, que lo será. La decisión del Supremo, confirmada por el Constitucional como resolución definitiva, está ahí y es insoslayable. Por tanto, la idea de " vamos a presionar" es un nuevo reto, un nuevo jaque al Estado y, desde mi punto de vista, es una torpeza entrar en el juego. El fiscal del Estado lo ha dicho, no hay posibilidad, se va a actuar legalmente contra esa posible presentación, sea directa o indirecta. No va a haber fraude de ley. Yo creo que eso sería suficiente. Digámoslo de una vez: se acabó, no vamos a hablar más de este tema.

P: ¿Y si volvemos a Baltasar Garzón, su pasado y su futuro? ¿No delata el libro una reconciliación afectiva con Felipe González?

R. Nunca he estado enemistado con Felipe González. Lo he dicho muchas veces. Nos hablamos muy claramente cuando lo tuvimos que hacer. Yo le respeto a él como él me respeta a mí. En el libro relato nuestro encuentro en un viaje de avión. Le agradezco que me avisara cuando hubo una posibilidad de atentado contra mi familia y contra mí en Ecuador. También recuerdo que me envió un libro con una afectuosa dedicatoria, elogiando mi actividad a favor de los derechos humanos y la justicia internacional. Como yo mismo, González no está hecho de una sola pieza.

P. En el libro apunta usted que fue un error el paso por la política.

R. Sí, por la experiencia que viví, sí. Pero no me arrepiento de la decisión, guiada por la intención de aportar algo a la política, de colaborar con una idea de regeneración. Quizá ése haya sido mi error, quizá pequé de soberbia al pensar que podía hacer algo. Dije, al marcharme, que había sido un error, que me había equivocado. Pero no me arrepiento. Incluso en esos momentos difíciles aprendí cosas. La actividad posterior, eso sí, fue muy dura. Sufrí un acoso ya no personal, sino que, por primera vez, se trató de un ataque en regla a mi familia. Fue un ataque feroz lanzado desde el poder o sectores del poder, lo cual te dejaba bastante inerme... Bueno, pero todo se pasa... Y cuando más tarde el Tribunal Supremo asumió la investigación del caso Segundo Marey y la sentencia calificó la instrucción sumarial como técnicamente correcta y más tarde el Tribunal Constitucional también, ¿qué más puedes pedir? El trabajo, pues, fue bien recompensado.

P. La política, la coordinación de seguridad, los sumarios, los medios de comunicación, ¿no es el libro y su etapa próxima en Nueva York el reconocimiento de que una época, la del juez instructor, se cierra? ¿De que se abre otra, quizá la de un puesto internacional?

R. Esos puestos, primero, los tienen que ofrecer; segundo, tienen que proponer; tercero, debes aceptarlos. Ninguno de estos pasos ha tenido lugar. Que el libro marca un final de ciclo, parece evidente. Más bien de una posición personal durante diecisiete años sobre unos temas que son el motor de mi actividad. Pero, al mismo tiempo, ese final de etapa no supone que, una vez terminado este paréntesis, la próxima etapa de mi vida vaya a desarrollarse fuera de la Administración de justicia. Puede ser en el mismo Juzgado de Instrucción número 5. O no, quién sabe.

P. Usted ya optó dos veces por la presidencia de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Y según escribe se siente castigado por su postura militante contra el Gobierno de Aznar, favorable a la guerra de Irak...

R. Sí. La primera vez tuvo lugar cuando el magistrado Siro García estaba obligado a marcharse al Tribunal Supremo, cosa que se aplazó. La segunda, más recientemente, cuando efectivamente pasó al tribunal y hubo que reemplazarle. Reflexiono en el libro sobre esto. Creo que por exponer mi posición sobre la guerra de Irak, por dirigirme públicamente al presidente del Gobierno José María Aznar el 4 de marzo de 2003, quince días antes de la invasión del 19 de marzo, advirtiéndole de las consecuencias que tendría -un posible ataque del terrorismo islamista contra nuestro país- y por participar activamente en el movimiento antiguerra, tuve que pagar un coste un año más tarde, en mayo de 2004, cuando no logré la plaza de presidente de la Sala de lo Penal.

P. Todo hay que decirlo.También optó usted en el verano de 2003 a ocupar la plaza de fiscal adjunto en la Corte Penal Internacional (CPI), ¿no es así?

R. Sí. A requerimiento del fiscal del CPI, Luis Moreno Ocampo, con quien me une una gran amistad, opté a la plaza de fiscal adjunto de investigación. En realidad fue una idea suya. Me sugirió que lo pidiera. Su idea era dotar de prestigio a la terna de candidatos prevista. Le dije que era escéptico, entre otras cosas, porque no hablo inglés. Pero insistió. Dijo que yo podía arreglarme con el idioma francés. Opté, pues, y acudí a la entrevista con la presidenta, Carla del Ponte. Salió elegido un fiscal belga. No es que la elección de un español para fiscal adjunto fuera difícil, era prácticamente imposible. Y más tarde fue también Moreno Ocampo quien hizo las gestiones con la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York porque conocía mi deseo de ir a Estados Unidos.

P. Un fiscal alemán acaba de rechazar una querella contra el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, por torturas en Irak, lo que permitió que éste viajara a Múnich. ¿Hay materia penal?

R. Fue un archivo que diríamos muy oportuno. La guerra fue ilegal y podría haber crímenes de guerra. Hay muchas zonas oscuras. Algún día deberá investigarse, sí.

El juez Baltasar Garzón.BERNARDO PÉREZ