El gran día de Herrmann

Nunca tanto como ayer el poderoso brazo de Herrmann había llegado tan lejos. Sus manos gigantes, su pulso certero y cada uno de sus músculos se elevaron por encima de todo un Pamesa para conducir al Unicaja a su primera final de la Copa. En un partido maravilloso, el alero argentino se sacudió de encima su infortunio -en un año perdió a sus padres, su hermana pequeña y su novia- y, con 30 puntos decisivos, grabó el nombre de su equipo en el libro de oro.

Lo hizo, además, con cabeza y paciencia, ante un Pamesa que se vio finalista (56-46). Pero llegaron los momentos decisivos y al cuadro...

Nunca tanto como ayer el poderoso brazo de Herrmann había llegado tan lejos. Sus manos gigantes, su pulso certero y cada uno de sus músculos se elevaron por encima de todo un Pamesa para conducir al Unicaja a su primera final de la Copa. En un partido maravilloso, el alero argentino se sacudió de encima su infortunio -en un año perdió a sus padres, su hermana pequeña y su novia- y, con 30 puntos decisivos, grabó el nombre de su equipo en el libro de oro.

Lo hizo, además, con cabeza y paciencia, ante un Pamesa que se vio finalista (56-46). Pero llegaron los momentos decisivos y al cuadro valenciano le pudo la presión. Con un minuto y medio por disputarse, Tomasevic tuvo dos tiros para las tablas (76-78), pero los desperdició desquiciado como estaba por la superioridad de Garbajosa. No lo hizo mejor Oberto, muy gris, tras el certero triple de Berni (76-81). Dos nuevos tiros y dos nuevos fallos. El Unicaja voló.

Voló como lo había hecho en el inicio con Garbajosa en racha anotadora. Ni Oberto ni Julian lograban parar al pívot, letal en la pintura y en el perímetro. El ataque malagueño fluía veloz y, en la defensa, Bremer se las apañaba para que Rakocevic no se desplegara. Así, los de Scariolo lograron mandar con cierta comodidad (9-15). Hasta que Montecchia salió a la pista decidido a armarla y a dar la vuelta a la contienda. A mil revoluciones, el base argentino anotó cinco puntos consecutivos que dejaron al Pamesa listo para despegar (19-20).

La cosa apuntaba a duelo entre argentinos, pues Herrmann decidió entonces que el de ayer sería su partido. Sólo él parecía capaz de responder a la vena triplera de Montecchia, que anotó 13 puntos en el segundo cuarto. Pero él, con 15, le superó. Pese a ello, el Pamesa tomó la delantera. Porque, con el consentimiento de Pepe Sánchez, al que por momentos le costó dirigir con tino las operaciones del Unicaja, Rakocevic se sumó a la fiesta valenciana y el Pamesa abrió brecha (40-32). Sus rivales entraron en barrena: cuatro puntos en los primeros cinco minutos del tercer cuarto. Fran Vázquez no aparecía y a Garbajosa le costaba superar la defensa que Laso había ordenado contra él.

Pero entonces, cuando todo apuntaba a que el Pamesa se convertiría en el primer finalista, el técnico valenciano se olvidó de Montecchia. Y, cuando lo quiso recuperar, el base argentino no respondió. La lucha de poderes se desató. Guiado por Herrmann, Garbajosa y Cabezas, el Unicaja logró romper la zona que, durante unos minutos, le había bloqueado y, a partir de ahí, el brazo de Herrmann trituró.