Reportaje:ATLETISMO | Campeonatos de España en pista cubierta

Estévez aún mira a lo lejos

Después de Atenas, de un séptimo puesto en la final de los 1.500 metros que parecía ser su tope, nadie daba un euro por Reyes Estévez. Todos los pecados de que se le acusaba -su gusto por la vida, su poca afición a trabajar, a madrugar, a entrenarse...- parecieron resumirse en su experiencia olímpica. La primera serie, fulgurante y avasalladora. La segunda, más al trantrán, Y la final, pidiendo la hora. Estévez, de 28 años, el hombre que cinco años antes, en los Campeonatos del Mundo de Sevilla, se convertía en la gran esperanza, parecía sin más futuro.

No se esperaba oír hablar de él t...

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Después de Atenas, de un séptimo puesto en la final de los 1.500 metros que parecía ser su tope, nadie daba un euro por Reyes Estévez. Todos los pecados de que se le acusaba -su gusto por la vida, su poca afición a trabajar, a madrugar, a entrenarse...- parecieron resumirse en su experiencia olímpica. La primera serie, fulgurante y avasalladora. La segunda, más al trantrán, Y la final, pidiendo la hora. Estévez, de 28 años, el hombre que cinco años antes, en los Campeonatos del Mundo de Sevilla, se convertía en la gran esperanza, parecía sin más futuro.

No se esperaba oír hablar de él tan pronto, en invierno, la estación en la que el gigante de Cornellà (Barcelona), el atleta más dotado de talento, acostumbra a hibernar en las tierras altas de Soria, a rendir a medias en la pista cubierta. Nadie esperaba noticias de Estévez y menos aún buenas noticias. O, por lo menos, esperanzadoras. Pero la noticia llegó. Llegó de Estocolmo el martes por la noche. Victoria en el 3.000 y marca excelente, 7m 43,80s, la segunda europea del año, la mejor española, la mejor de su vida en la distancia.

Para que luego digan.

"En los Juegos me di cuenta de que me faltaba volumen, de que iba a menos carrera tras carrera, de que para tener dos cambios en la última recta andaba corto de kilómetros", cuenta Estévez; "me di cuenta de que el entrenamiento bueno era el de El Guerruj, que dobló en el 1.500 y el 5.000 y había hecho una preparación de fondista largo. Eso era lo que necesitaba".

Con Enrique Pascual, su entrenador, el mismo que preparó a Fermín Cacho y Abel Antón, Estévez planificó un invierno más cargado. "Aumenté el trabajo de gimnasio y también los kilómetros semanales. He tenido semanas, no muchas, pero alguna, de 180-190, que ya es trabajo de fondista largo, aunque lo habitual eran 120-140", explica; "y también he aumentado las series, el trabajo de calidad. Así que estoy como nunca: más fuerte y con más velocidad".

La temporada invernal tiene para Estévez tres fechas importantes, de menor a mayor importancia. Este fin de semana, los Campeonatos de España, en los que se espera el gran duelo con Juan Carlos Higuero, el león de la Blume, que ha ganado los tres últimos campeonatos; el jueves, el Memorial Cagigal, y el siguiente fin de semana, siempre en la misma pista del Palacio madrileño, los Europeos.

"Pero eso no es lo más importante de este año. Este verano es mi gran desafío, los Mundiales de Helsinki. Cambiaría no ir a los Europeos por una medalla en ellos", dice; "además, creo que ya ha llegado el momento de que baje de 3m 30s

[su mejor marca en el 1.500 es de 3m 30,57s, en Sevilla, segundo tras la estela de El Guerruj], que logre una marca a la altura de mi talento. Porque también me he dado cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa. Reflexionas y sabes poco. Y hay que aprovechar los años".

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