VISTO / OÍDO

Frente Popular

El miércoles estuve desasosegado, con la sensación de quien olvida algo importante. Ahora cada día se olvidan algunas cosas más, pero el consuelo es el de saber que no hay nada importante en el recuerdo: se vive cada hora. Quizá sea mejor recordar lo malo que lo bueno: lo malo activa, hace tomar posturas. Lo bueno da una esperanza en el pasado que es completamente mefistofélica. Lo he recordado después: era 16 de febrero, y ese día en 1936 hubo elecciones generales en España, que ganó el Frente Popular. Yo era del Frente Popular, lo era mi padre y su periódico (La Libertad) y yo estaba ...

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El miércoles estuve desasosegado, con la sensación de quien olvida algo importante. Ahora cada día se olvidan algunas cosas más, pero el consuelo es el de saber que no hay nada importante en el recuerdo: se vive cada hora. Quizá sea mejor recordar lo malo que lo bueno: lo malo activa, hace tomar posturas. Lo bueno da una esperanza en el pasado que es completamente mefistofélica. Lo he recordado después: era 16 de febrero, y ese día en 1936 hubo elecciones generales en España, que ganó el Frente Popular. Yo era del Frente Popular, lo era mi padre y su periódico (La Libertad) y yo estaba en esa tradición, y encargado (por mí mismo) de seguir llevándola adelante. Para mí y para algún otro hijo del desastre, esa manera de concebir la vida equivalía a ser neutral: no ser de ningún partido, no aspirar a ningún mando, no limitar las ambiciones, sino separar el bien del mal. Qué duda cabía que el bien era la izquierda; aún sigue siendo así. Qué duda cabe de que el librepensamiento es superior al dogma.

Todo esto me rondaba el miércoles sin terminar de manifestarse. Sale después. Salen los recuerdos: los centros de los partidos políticos de la izquierda donde me daban las candidaturas del FP para repartir en las esquinas, sin que hubiera para nadie jornada de reflexión ni monsergas. Yo iba a cumplir doce años y tenía, como era normal, las ideas bastante claras. Entonces no se trataba de infantilizar y reducir a los niños, sino de que fueran adultos y se hicieran cargo de lo que pudieran en esa ceremonia rota que era vivir. Eso ha venido después, con un cierto sentido del orden: se ha aceptado la reducción de la mayoría de edad, pero se ha retrasado la de la entrada en la vida. Se infantiliza a los jóvenes y a los viejos (a los que se dejan), para que flote un meollo de poder en una edad mediana. Se gritan los derechos de las mujeres, pero se les paga menos; se defiende la humanidad de los inmigrantes, pero se les explota.

Bien, el 16 de febrero de 1936 fue una jornada importante. Se abrieron algunas celdas para que su encerrado fuese al poder, como en 1931. Gil Robles y Lerroux, que habían adulterado la República, perdieron. Más de lo que creían: ni Franco les admitió luego. O sea, después del 18 de julio de 1936. Da grima ver que queda más del 18 de julio que del 16 de febrero.

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