Reportaje:INCENDIO EN EL CORAZÓN FINANCIERO DE MADRID

Sistemas automáticos, el único freno al fuego en un rascacielos

Los técnicos coinciden en que las llamas no pueden extenderse si funcionan los rociadores

Varios arquitectos, ingenieros y expertos mostraron ayer su sorpresa. ¿Por qué un incendio derivado de un simple cortocircuito no se apagó automáticamente? Los bomberos saben que es muy difícil trabajar en un edificio de 106 metros. Por eso la normativa obliga a tener sistemas automáticos para que el edificio se defienda solo, antes de que puedan llegar los refuerzos. Algunos expertos dudan incluso de que el Windsor los tuviera. En todo caso no funcionaron.

Un edificio de oficinas no debería prender tan rápido y tan fácil. Es normal que eso suceda en un almacén, una empresa de productos...

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Varios arquitectos, ingenieros y expertos mostraron ayer su sorpresa. ¿Por qué un incendio derivado de un simple cortocircuito no se apagó automáticamente? Los bomberos saben que es muy difícil trabajar en un edificio de 106 metros. Por eso la normativa obliga a tener sistemas automáticos para que el edificio se defienda solo, antes de que puedan llegar los refuerzos. Algunos expertos dudan incluso de que el Windsor los tuviera. En todo caso no funcionaron.

Un edificio de oficinas no debería prender tan rápido y tan fácil. Es normal que eso suceda en un almacén, una empresa de productos inflamables o una fábrica, pero no en un rascacielos o un hospital. Allí los pequeños fuegos suelen apagarse solos, según los expertos. "Todo parece indicar que la torre no tenía sistemas automáticos de detección y extinción porque no son obligatorios en España", señaló ayer Rafael de la Hoz, conocido arquitecto de sedes de empresas y oficinas de Madrid. Sin embargo, uno de los responsables de la construcción del Windsor, Manuel del Río, señaló que sí existían esos sistemas, aunque él no se explica por qué no se pusieron en marcha.

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El sistema más efectivo parece ser el de colocar rociadores automáticos (sprinklers). Según la asociación que agrupa a los fabricantes en EE UU, el principal país productor, el 90% de los incendios son extinguidos por menos de cuatro rociadores y normalmente no superan la habitación en la que se producen. Todos los edificios modernos los incorporan.

Esta asociación relata, como ejemplo de edificio sin rociadores, el caso del First Interstate Bank Building en Los Ángeles, un edificio de 262 metros y de la misma época del Windsor que ardió en 1988. Se trata de un incendio muy similar al de Madrid, con la diferencia de que comenzó en la planta 12 y hubo un muerto. El calor comenzó a romper los cristales, que caían a tierra e impedían que los bomberos se pudieran acercar. El fuego también comenzó por la noche. Los 300 bomberos pudieron controlarlo tras cuatro horas, pero destruyó cuatro pisos. Otros grandes incendios debidos, siempre según esta asociación, a la ausencia de los rociadores se dieron en Las Vegas en 1980 (85 muertos) y en Houston en 1988 (12 muertos).

El funcionamiento de los rociadores es simple. Tienen que estar colocados por todo el edificio para que se activen sólo los de la zona en donde comienza el incendio. El orificio de salida del agua está taponado por un mecanismo de dos brazos ensamblados por un fusible unido por una soldadura. El calor generado por el incendio funde la soldadura. El agua sale en forma de lluvia para remojar más espacio. Cada regadera tiene su fusible, así sólo se disparan las que sufren el calor muy cerca.

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Los arquitectos, a través de Carlos Hernández Pezzi, presidente del Consejo Superior de sus colegios, exigieron ayer al PSOE y al PP que se pongan de acuerdo para aprobar el Código Técnico de la Edificación, retrasado desde 2003, que intensifica la prevención de riesgos.

MIles de personas siguieron el incendio en directo. Vista desde el paseo de la Castellana.CRISTÓBAL MANUEL

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