Reportaje:Apuntes

Mientras la ciudad descansa

Decenas de estudiantes aprovechan la apertura nocturna de las bibliotecas universitarias

Tres jóvenes aparcan su coche al filo de la media noche en el campus de Blasco Ibáñez de la Universitat de València, una zona habituada a las juergas universitarias. Por las horas, bien podría ser el inicio de una de estas veladas, pero en periodo de exámenes la mayoría de excesos se cometen con los libros.

Con carpetas y mochilas, Miguel Sánchez, Alfonso Vega y Jorge Torres inician su peregrinar a la biblioteca Joan Reglà, una de las dos que la Universitat de València mantiene abiertas ininterrumpidamente en época de exámenes para facilitar el estudio de los universitarios. Este centro...

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Tres jóvenes aparcan su coche al filo de la media noche en el campus de Blasco Ibáñez de la Universitat de València, una zona habituada a las juergas universitarias. Por las horas, bien podría ser el inicio de una de estas veladas, pero en periodo de exámenes la mayoría de excesos se cometen con los libros.

Con carpetas y mochilas, Miguel Sánchez, Alfonso Vega y Jorge Torres inician su peregrinar a la biblioteca Joan Reglà, una de las dos que la Universitat de València mantiene abiertas ininterrumpidamente en época de exámenes para facilitar el estudio de los universitarios. Este centro con una capacidad para 700 alumnos está a rebosar. Para algunos como Alfonso y Jorge estudiar en la biblioteca es una novedad, pero se saben al dedillo algunos trucos. "Claro que tenemos sitio. Venimos de cenar de nuestras casas, pero dejamos los apuntes en la mesa, como todo el mundo", señala Jorge, un estudiante de primero de Historia. Su compañero Alfonso reconoce que nunca antes había estudiado tanto una asignatura. Aunque desconfía que el atracón final, desde después de navidades hasta ahora le garantice un aprobado en su primer examen de Medieval: "Ya veremos. Somos unos vividores y ahora...". Ninguno de los dos universitarios noveles acudía a estudiar antes a la biblioteca. Su iniciador es Miguel que tras acabar Historia del Arte, se ha enrolado en Historia, una carrera que combina con el trabajo como profesor interino en un instituto.

"Hemos cerrado la tercera planta por conductas inadecuadas durante la noche"

En las bibliotecas está prohibido comer y beber pero los universitarios cuelan, sobre todo, bebidas energéticas para aguantar el tirón. La directora de la Joan Reglà, Isabel Soler indica que se ha tenido que cerrar la tercera planta por "comportamientos inadecuados" durante la noche y "por los restos de comidas" escampados por el recinto. En una de esas escaleras dos erasmus, Evelyne y Silvia, acompañadas de una estudiante gallega que ha venido de la Universidad de Salamanca con una beca de intercambio toman un tentempié. Música, una tableta de chocolate, y unos sándwichs para reponerse en la larga noche. Para Evelyne, una francesa estudiante de Psicología además de estudiar mejor en la biblioteca, se liga. "Son muchas horas y a la gente le da por relacionarse en los descansos. Sustituye a las discotecas en tiempos de exámenes". A Silvia, una italiana matriculada en Comunicación Audiovisual, le ha llegado por escrito alguna que otra proposición: "Dije que no a tomar un café, pero eso no quiere decir que alguna vez no lo vaya a hacer", bromea.

Por otra parte, dos estudiantes de Sociología, María José Fons y Juangra Martínez intercambian dudas sobre el próximo examen. Un guardia de seguridad les recuerda que regresen a la sala de estudio. También aguantan la noche a base de café, compañía y bebidas energéticas. Acuden a la biblioteca para evitar distraerse. Como futuros analistas del entorno social dan constancia de algunas de sus particularidades: la sala 12 se la conoce como la del amor. "Dicen que hay mucho juego de miradas", aclara Juangra. En los círculos universitarios todavía corren bulos como el del Katovit, un medicamento que durante la década de los 90 se utilizó para sobreexcitar el cerebro por contener anfetamina. Aunque se sigue utilizando, después de que el Ministerio permitiera su comercialización bajo una nueva fórmula, el nuevo compuesto es un placebo que sólo conserva el nombre.

Dos estudiantes de Administración y Dirección de Empresas, Daniel Artacho y Ignacio Fuentes también han decidido robar algunas horas al sueño en pro de preparar los exámenes. Recurren como la mayoría a la bebida energética, sin desdeñar la orografía de la sala. "Si veo que me duermo y me apetece menos estudiar, me bajo a la sala central, a la de los ordenadores, allí es más fácil hablar", dice Ignacio Fuentes que suele acudir a las bibliotecas universitarias. No había quedado con su colega, pero sabía dónde encontrarlo estas fechas. Daniel, acaba mañana los exámenes y está deseando pasarlos también para recuperar el ritmo normal. "Una noche sin dormir no me he quedado, pero ha habido días en los que me he acostado a las tres y me he levantado a las ocho, para estudiar por la mañana, así que estoy deseando recuperar el sueño normal".

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Esta semana concluirá el periodo oficial de exámenes y con ello volverá la normalidad a las bibliotecas universitarias, que en cierta medida también han pasado su examen: abrir, en su mayoría, las veinticuatro horas durante varias semanas para los miles de universitarios valencianos que preparan los primeros exámenes de este curso.

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