Madrileños de metal

Paco, el robot poeta, tiene dos compañeros: Urbano y Blacky, pero éstos han elegido un trabajo menos bohemio y mejor pagado: guía de museos y de ferias de muestras. Desde hace 15 años, el Departamento de Automática, Ingeniería Electrónica e Informática Industrial de la Politécnica de Madrid ha desarrollado varios modelos de robots para integrarlos en la vida diaria de los ciudadanos.

Urbano es obra de un equipo dirigido por el catedrático Ramón Galán. A diferencia de Paco, su aspecto no ha sido concebido por un artista: es un cilindro de algo más de 1,5 metros, pero, eso s...

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Paco, el robot poeta, tiene dos compañeros: Urbano y Blacky, pero éstos han elegido un trabajo menos bohemio y mejor pagado: guía de museos y de ferias de muestras. Desde hace 15 años, el Departamento de Automática, Ingeniería Electrónica e Informática Industrial de la Politécnica de Madrid ha desarrollado varios modelos de robots para integrarlos en la vida diaria de los ciudadanos.

Urbano es obra de un equipo dirigido por el catedrático Ramón Galán. A diferencia de Paco, su aspecto no ha sido concebido por un artista: es un cilindro de algo más de 1,5 metros, pero, eso sí, con boca, ojos saltones y unas cejas que se arquean según su estado de ánimo. Urbano habla y está programado para conducir a grupos de gente por museos y ferias de muestras. Además, es capaz de mantener diálogos simples y su cara hace una mueca de desagrado si alguien le cierra el paso. Su sistema de navegación es más complejo que el de Paco, funciona no sólo a base de un radar de ultrasonidos, sino también mediante un láser. Se estrenó el pasado mes de abril en el Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia.

Blacky es más soso que Urbano; aunque también es un cilindro, sus rasgos no son tan llamativos. Blacky, como su hermano Urbano, es capaz de sortear obstáculos en movimiento, porque tiene que trabajar rodeado de grupos de visitantes, personas curiosas que no hacen más que moverse de un lado a otro. Blacky estuvo en la pasada Feria de Madrid por la Ciencia, en Ifema, donde fue uno de los artilugios más visitados por los niños.

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