Albiol olvida su peor viaje

El pivote debuta con el Getafe a los cinco meses de sufrir un accidente que obligó a extirparle el bazo

"Era un día triste por una carretera mojada, un día un poco nublado, y yo iba detrás, distraído con el paisaje, mirando cómo chispeaba la lluvia, hasta que llegamos a la curva y culeteó el coche, gritó el conductor y todo se nubló". Durante 30 minutos, hasta que llegó el equipo médico de rescate, Raúl Albiol, al que pocas horas antes le habían comunicado en Paterna su cesión al Getafe, permaneció inconsciente en la autovía Madrid-Valencia. El vehículo en el que viajaba se había salido de la N-3 a las 17.00 cuando circulaba por el kilómetro 87,800 a la altura del término municipal de Tarancón (...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

"Era un día triste por una carretera mojada, un día un poco nublado, y yo iba detrás, distraído con el paisaje, mirando cómo chispeaba la lluvia, hasta que llegamos a la curva y culeteó el coche, gritó el conductor y todo se nubló". Durante 30 minutos, hasta que llegó el equipo médico de rescate, Raúl Albiol, al que pocas horas antes le habían comunicado en Paterna su cesión al Getafe, permaneció inconsciente en la autovía Madrid-Valencia. El vehículo en el que viajaba se había salido de la N-3 a las 17.00 cuando circulaba por el kilómetro 87,800 a la altura del término municipal de Tarancón (Cuenca), por causas todavía desconocidas.

El juvenil del Valencia recuperó el conocimiento bajo el zumbido de las hélices del helicóptero, camino de la UCI del hospital conquense Virgen de la Luz. "Les estaré siempre agradecido, fueron ellos los que me salvaron la vida", asiente con su lenguaje endiabladamente rápido, como si le faltara tiempo para disfrutar de la vida. Puestos a disfrutarla, el miércoles vivió en El Sadar uno de los momentos más emotivos de su corta carrera: después de cinco solitarios meses de recuperación, superándose a sí mismo en el hospital y en cada entrenamiento, Albiol volvió a disputar un partido de fútbol.

"El debú ha sido agridulce porque no ha podido ser con victoria, pero lo importante era volver y sentirme futbolista", declaró al rato de caer su equipo, 2-0, en la ida de cuartos de la Copa ante Osasuna. Al menos le quedó el regusto de jugar los 90 minutos del encuentro. "He notado la falta de ritmo, encima en un partido con mucha disputa del balón", aseguró, aun así, satisfecho, el reaparecido.

De las tres personas que viajaban juntas el día de autos, 2 de agosto y lunes, el pivote levantino se llevó la peor parte. Al contrario que su padre, con una brecha en la cabeza, y de su representante y conductor, Domingo Sevillano, con un esguince cervical -"hágame el favor de retirarle el carnet", ruega a mandíbula batiente-, a Raúl, con un politraumatismo dorsal y lumbar, le operaron dos veces en menos de 48 horas y le extirparon el bazo. "Creía que sólo había pasado una vez por el quirófano, porque los cuatro primeros días me los pasé durmiendo", confía, después de asegurar que no nota la ausencia del órgano del tamaño de un puño; "era una pregunta que yo también me la hacía, pero por lo visto la falta de bazo no es problema, su trabajo lo suplen otros".

A lo largo de 17 interminables días, el adolescente que se acababa de proclamar campeón en el Europeo sub 19 -hasta hace dos días el de la final había sido su último partido- permaneció en cuidados intensivos, sin poder ver a su familia y rodeado de otros enfermos en estado grave. "Recibía una visita al día, pero con un cristal de por medio, y tampoco permitían la entrada de la luz natural", cuenta Albiol; "y en ese tiempo pensé de todo: que no volvería a jugar al fútbol, que nada sería igual que antes porque, por mucho que los médicos te repitan que te vas a recuperar, sencillamente no les crees...Hasta se me pasó por la cabeza que era una pesadilla y que me despertaría en el coche, camino de Getafe".

Con el alta llegó la hora de "levantarse y luchar". Sobre todo imperaba recuperar el tono físico: de 74 kilos de masa muscular pasó a 63 de golpe y porrazo...a más de 140 kilómetros por hora. Criado en las categorías inferiores del Valencia, el jugador prefirió recuperarse en Paterna, en familia. "En agosto estaba desanimado porque sentía que lo había perdido todo... es durísimo y muy, muy aburrido, tener que empezar caminando y encima todo el rato solo". Lejos quedaban los minutos que le regaló Rafa Benítez en casa del AIK Solna, pero sobre todo la "media horita" disputada en Mestalla ante el Girondins de Burdeos. "Jugué muy poco, eso de que me digan que la UEFA también es mía...no me la merezco", dice con rubor.

Catorce lunes después, el pasado 8 de noviembre, Raúl Albiol, 19 años y 132 días de vida, admirador de Vieira y Albelda "por el tema del sitio", llegó por fin a su destino, el Coliseum Alfonso Pérez. La primera parte de la recuperación era cosa hecha. Aparte de entrenarse con sus compañeros por primera vez, de sonreír y no parar de dar saludos, dio las gracias por el comportamiento del modesto club de la Capital del Sur. "Para nosotros es un jugador más de la plantilla y, tarde lo que tarde en reaparecer, le vamos a mantener la ficha", aseguró el día de su presentación -que Albiol pasó en la UCI- el presidente del Getafe, Ángel Torres, mientras sostenía la camiseta con el nombre del internacional sub 19 y el dorsal número 15. "Nunca olvidaré lo que han hecho por mí; que me hayan mantenido el contrato y sin conocerme demuestra la grandeza del Getafe. Espero devolvérselo en el campo", dice el centrocampista, todavía con un cierto toque de incredulidad por lo bien que le han tratado.

Ese día llegó el miércoles en Pamplona, aunque Raúl ya estrenó convocatoria contra el Levante a principios de diciembre. "Para mí fue muy importante, porque no me lo esperaba tan pronto y demostraba que había trabajado muy bien la recuperación", sostiene más relajado que entonces, cuando quería disfrutar "aunque fuera de unos minutos, porque cuanto más se acerca el momento más impaciente te vuelves". "Bueno, y si no que sea el regalo grande del día de Reyes".

El esperado agasajo llegó con seis días de retraso, pero fue el que más le emocionó. Hasta entonces se pasó las mañanas bajo la atenta mirada de Paco de Miguel, preparador físico del Getafe, y los médicos Oyola y Cerqueira, y las tardes en su casa enganchado a la PlayStation, al messenger o escuchando la canción de Juanes No le huyas más al tiempo que la vida es una sola. "Porque lo que tengo claro es que este accidente me ha hecho madurar mucho. Además, podía haber sido peor".

Sobre la firma

Archivado En