La ecuatoriana Marcia Bayas y la familia Sanchis Cuesta | EL NUEVO REGLAMENTO DE EXTRANJERÍA

"Aquí hay calorcito de familia"

"Aquí hay calorcito de familia, que es lo más importante para estar bien en un lugar", comenta Marcia Bayas, de 36 años. A ella le ha costado casi dos años encontrar un entorno amable desde que dejó Ecuador, en enero de 2003. Lo ha hecho junto a la familia Sanchis Cuesta.

En Ecuador viven sus cinco hijos: Erwin Patricio (22 años), Johnny Javier (20), Darwin Gustavo (18), Darío Javier (17) y Carolina Lizzette (4). Desde que se divorció de su pareja, como ella dice, se convirtió en "su papá y su mamá". Y asegura que necesitaba "darles un futuro, un porvenir". En su país, con su trabajo de...

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"Aquí hay calorcito de familia, que es lo más importante para estar bien en un lugar", comenta Marcia Bayas, de 36 años. A ella le ha costado casi dos años encontrar un entorno amable desde que dejó Ecuador, en enero de 2003. Lo ha hecho junto a la familia Sanchis Cuesta.

En Ecuador viven sus cinco hijos: Erwin Patricio (22 años), Johnny Javier (20), Darwin Gustavo (18), Darío Javier (17) y Carolina Lizzette (4). Desde que se divorció de su pareja, como ella dice, se convirtió en "su papá y su mamá". Y asegura que necesitaba "darles un futuro, un porvenir". En su país, con su trabajo de costurera, eso era cada vez más difícil. Pidió a su hermana mayor que atendiese a sus hijos, se dijo "aún eres joven, tienes que luchar". Y salió de Ecuador rumbo a España.

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Los inicios no fueron fáciles. Llegó a la Comunidad Valenciana en plena temporada de recolección de la naranja. Su primer trabajo fue recogiendo naranjas y nísperos en Callosa o San Pedro del Pinatar. Un trabajo "bien duro".

Allí trabó contacto con una amiga que cuidaba personas mayores y hacía trabajos domésticos en Valencia. Y en septiembre dio con la familia Sanchis Cuesta. En la casa vivía entonces un matrimonio (José y Carmen) y un hijo con discapacidad psíquica (Ángel). Además, las hermanas de Ángel (Isabel y Carmen) pasan mucho tiempo en el domicilio.

"Ángel es un sensor especial que nos dice si una persona encaja en casa", comenta Isabel Sanchis. "Tiene una sensibilidad especial y es nuestra mayor referencia para aceptar a alguien de fuera", añade. Marcia pasó el examen con nota: "Ángel se lleva muy bien con ella y eso es una referencia para nosotros", dice Isabel.

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Pero Marcia no entró, en principio, para cuidar de Ángel, sino de la madre, que padecía una una grave enfermedad degenerativa del sistema nervioso. La muerte de ésta, hace ocho días, no ha cambiado la necesidad de esta familia respecto a la inmigrante. "Antes venía por las tardes, hacía la cena y apoyaba a mi padre por si tenía que salir a hacer recados; a mi madre no se la podía dejar sola", apunta Carmen. "Ahora queremos que pase también la noche, que haga compañía a Ángel, con quien ha conectado estupendamente".

Desde el principio, la familia se planteó contratar a Marcia: "Tras los cambios anunciados por el Gobierno, nos dirigimos a CCOO para interesarnos", recuerdan. "Es importante para todos, se trata de adquirir derechos y obligaciones".

Por su parte, la idea de Marcia es trabajar y ahorrar lo suficiente como para, a medio o largo plazo, volver definitivamente a su país. Allí montará un negocio que le permita "afrontar la vejez dignamente". Mientras, con los papeles en mano, viajará a Ecuador para ver a sus hijos sin el temor de no poder volver a entrar en España.

Marcia Bayas, en el centro, rodeada de los miembros de la familia Sanchis Cuesta.MÓNICA TORRES

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