ANTOLOGÍA DE BABEL | POESÍA

A Petrarca, en el séptimo centenario de su nacimiento

Por fin os agradezco el hospedaje,

Que desde años atrás a manos llenas

Me brindáis puntualmente día a día,

Y en el seno de vuestros versos vivos,

Discurriendo de arriba abajo voy,

Justamente tal Pedro por su casa,

Y aun de izquierda a derecha

O viceversa con maquinal paso,

Que heme allí como un huésped permanente

Entre la forma y fondo,

Aunque mejor digamos cielo y suelo,

De esta y aquella estrofa tan incólume

No obstante de los siglos la inclemencia.

Y merced a vos cómo me he librado

De estar ent...

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Por fin os agradezco el hospedaje,

Que desde años atrás a manos llenas

Me brindáis puntualmente día a día,

Y en el seno de vuestros versos vivos,

Discurriendo de arriba abajo voy,

Justamente tal Pedro por su casa,

Y aun de izquierda a derecha

O viceversa con maquinal paso,

Que heme allí como un huésped permanente

Entre la forma y fondo,

Aunque mejor digamos cielo y suelo,

De esta y aquella estrofa tan incólume

No obstante de los siglos la inclemencia.

Y merced a vos cómo me he librado

De estar enteramente a la intemperie

En la página en blanco neblinosa,

Pues felizmente desde lejos miro

Ese reino libérrimo del verso

En donde a cada rato hay terremotos,

Y en vez en las antípodas

Cómo preservo mis endecasílabos

En cada estrofa vuestra hospitalaria,

Y adonde osadamente

Acarreo no sólo el buen amor,

Sino también la oscuridad del miedo

Por vivir acá e ir al más allá.

Claro está es éste el hilo conductor

Por la atónita mente vislumbrado,

Que es curioso hecho que a los pies del Ande

Hace siglos fue puesto en español

De vuestro corazón el latir óptimo,

Y justamente ahora voy y vengo

Por entre el Canzoniere

Para expresar mejor mis sentimientos,

(mas sé bien que son vanos los propósitos);

¡y entonces qué certeza

cuando se dice que las cosas andan

sobre la terrenal corteza acá

tal la sierpe mordiéndose la cola!

Sí, en efecto, pues todo es uno siempre,

Que en el lejano ayer motor fuisteis

Para que las doradas letras béticas

El cenit coronaran por entonces

Y sean como sol inapagable,

Y volvéis a cumplir función análoga,

Si bien algo más ardua

Cuando hoy en la centuria aún ignota

Un perito absolutamente en nada

Al fin y al cabo logra

Bajo la intercesión del arte vuestro

No ser nunca más como mudo estaño

En esta esquiva Thule postrimera.

Por los benignos hados aquí ahora

En el seno de la mejor morada

Propicia para que la mente vague,

Y entonces imagino sólo un punto,

El más próximo al Alpe legendario,

Donde me empeño en divisar por fin

A dama en alma y cuerpo

Bajando desde el cielo de improviso,

Mas ello para tantos es quimera,

Y en cambio verdad pura

Resulta el yacer bajo el firmamento

De cada verso por vos allá escrito,

Y de tal modo ver lo eterno aquí.

Canción, una vez más

Demostráis que los hijos les prolongan

A los padres la vida al infinito,

Que sois por tal razón

Juntamente con vuestro gran artífice,

En los siglos de ayer y de mañana,

Más que vegetal, piedra y animal.

Carlos Germán Belli (Lima, 1927) es autor del libro de poemas La miscelánea íntima (Pre-Textos).