A Estudiantes le pierden los libres

Por siete victorias consecutivas que acumulase y muy dichoso que se encontrase, a Estudiantes le pierde la inocencia en los momentos determinantes. Ayer, después de encarrilar el encuentro con un buen primer tiempo y en un tercer cuarto perfecto, en el que remontó los 11 puntos que el Efes Pilsen había colocado de barrera, los colegiales se dieron el bacatazo desde la línea de tiros libres. Con la venia de Jiménez, Miso y Sergio Rodríguez, Estudiantes sólo anotó la mitad (13 de 26) de los lanzamientos en teoría más simples.

Un porcentaje desastroso que empañó el tesón del base ca...

Por siete victorias consecutivas que acumulase y muy dichoso que se encontrase, a Estudiantes le pierde la inocencia en los momentos determinantes. Ayer, después de encarrilar el encuentro con un buen primer tiempo y en un tercer cuarto perfecto, en el que remontó los 11 puntos que el Efes Pilsen había colocado de barrera, los colegiales se dieron el bacatazo desde la línea de tiros libres. Con la venia de Jiménez, Miso y Sergio Rodríguez, Estudiantes sólo anotó la mitad (13 de 26) de los lanzamientos en teoría más simples.

Un porcentaje desastroso que empañó el tesón del base canario, que con un triple por aquí, una asistencia por allá y una jugada de 2+1 por en medio era la tabla de salvación de sus compañeros. Mientras, los turcos a lo suyo. La mera presencia del croata Nikola Prkacin -se plantó en 17 puntos en un pestañear de ojos, (26-36, minuto 16)- escenificó la determinación del conjunto de Mahmut Otkay, que comparte liderato con el Bolonia, precisamente los únicos que le han batido.

Mucho mérito tuvo Estudiantes antes de producirse la hecatombe. Pepu Hernández afrontó con valentía y el ceño fruncido un partido que los pronósticos daban por perdido. Incluso le dio una lección de defensa al Efes Pilsen, que se quedó en siete puntos en el tercer periodo. Los turcos le devolvieron la afrenta en los minutos finales, los que de verdad valen. Justo cuando Estudiantes había hecho lo más difícil, cuando la afición ya no callaba y Vistalegre no sonaba a hueco. Gotita a gota, los locales, con su miopía para encestar los puntos más sencillos, fueron a ahogarse a la línea de los tiros libres.