Crítica:POP | Maná

En la distancia corta

A la llamada de un discutible carácter latino que apela a tópicos como del tipo de quienes lo poseen son personas que se toman a broma la puntualidad, además de ser mujeriegos y juerguistas, un buen número de invitados se reunió la noche del jueves en Madrid para ver un concierto ofrecido por los muy conocidos y supervendedores Maná.

El cuarteto mexicano de Guadalajara tiene un indudable tirón por estos pagos, que se traduce en que sus seguidores se saben de pe a pa sus canciones y convierten sus conciertos en verdaderos actos catárticos donde todos y todas cantan como una sola v...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A la llamada de un discutible carácter latino que apela a tópicos como del tipo de quienes lo poseen son personas que se toman a broma la puntualidad, además de ser mujeriegos y juerguistas, un buen número de invitados se reunió la noche del jueves en Madrid para ver un concierto ofrecido por los muy conocidos y supervendedores Maná.

El cuarteto mexicano de Guadalajara tiene un indudable tirón por estos pagos, que se traduce en que sus seguidores se saben de pe a pa sus canciones y convierten sus conciertos en verdaderos actos catárticos donde todos y todas cantan como una sola voz. Un reclamo añadido anunciaba que Maná iba a actuar en "acústico", dudoso concepto también, que supone ofrecerse tal cual, con la instrumentación sin electrificar, como mucho con algún micro cercano a las guitarras y voces para que el sonido amplificado llegue a toda la sala.

Maná

Fher Olvera (voz y guitarra); Álex González (batería); Sergio Vallín (guitarra) y Juan Calleros (bajo) + Juan Carlos Toribio (teclados). Artista invitada: Shila. Sala Pachá. Madrid, 16 de diciembre.

Es decir, una buena oportunidad para disfrutar de la banda alejada de las grandes audiencias y sonido excesivo de las plazas de toros que han abarrotado en los últimos años.

Sin embargo, el supuesto "acústico" se traduce en Maná en que Fher, su carismático cantante, guitarra de palo en el regazo, no se levanta de un taburete en todo el recital, igual que el bajista y el otro guitarrista. Era otra forma de apreciar a Maná, pero las canciones que ofrecieron sonaron tal cual las ofrecen de costumbre, acaso más accesibles, aunque sólo fuera por la proximidad con el público.

Sus mensajes cariñosos que hablan de llevar al cielo a su amor, de cierto muelle de San Blas o de lo difícil que es vivir sin aire calaron entre los invitados, que hicieron parecer que en la sala había tantas personas como las que caben en Las Ventas.

Presentaron a una artista desconocida, Shila, para cantar con ellos Te solté la rienda, una de las canciones memorables de José Alfredo Jiménez, autor mexicano en el que a veces se miran con muchos años luz entremedias.

Se despidieron a golpe de reggae con Oye mi amor, para dar paso después a la proyección de Acceso total, que era el reclamo del concierto semiclandestino: un DVD documental que acaban de editar con imágenes de la gira Revolución de amor, realizada entre 2000 y 2003 en 28 países y con más de 100 abarrotados conciertos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En