Crítica:POP | Manolo García

El hombre máquina

Como los coches de carreras, Manolo García pisó el escenario y se puso de cero a cien en segundos. La nave de 10 músicos sobre el escenario inició un todo a babor y a toda máquina, mientras en el patio de butacas un rugido hizo del público de Madrid un monstruo vestido de entusiasmo. Le sienta bien a Manolo el punto canalla de un teatro. Mejor le va que los palacios de Deportes o de Congresos, aunque en este último recinto, también en Madrid, se le va a recibir los días 18, 19, 21, 22, 23, 28, 29 y 30 del presente mes. Ocho días seguidos, más los dos del Calderón; y con todo casi vendido.
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Como los coches de carreras, Manolo García pisó el escenario y se puso de cero a cien en segundos. La nave de 10 músicos sobre el escenario inició un todo a babor y a toda máquina, mientras en el patio de butacas un rugido hizo del público de Madrid un monstruo vestido de entusiasmo. Le sienta bien a Manolo el punto canalla de un teatro. Mejor le va que los palacios de Deportes o de Congresos, aunque en este último recinto, también en Madrid, se le va a recibir los días 18, 19, 21, 22, 23, 28, 29 y 30 del presente mes. Ocho días seguidos, más los dos del Calderón; y con todo casi vendido.

El cantante catalán abrió la noche con Navajas, anunciando después que era su pequeño homenaje al recientemente desaparecido Manzanita. Con el tono flamenco dominando siguió con Palmeras y Libélulas en el estanque. Ni que decir tiene que a la primera canción ya se había formado el delirio entre los asistentes; jaleo que no habría de arreciar ni un solo momento en las más de dos horas y media de concierto -los fans de Manolo son así-. Mientras, éste terció hacia el pop Sobre el oscuro abismo en que te meces, la añeja Sara o la más reciente Nunca el tiempo es perdido, tema en el que el cantante se situó en una pasarela en la boca del escenario, poniéndose al público a mano. Tras otra tanda de éxitos viejos y nuevos -de su último disco, Para que no se duerman mis sentidos-, Manolo García acudió a la intimidad con Vendrán días, para bajarse acto seguido al patio de butacas para entonar allí Serena barca. Pero del agua del Mediterráno saltó a la brasileña con los dos mejores momentos de la noche: Niña candela y la que da título a su último disco. A partir de ahí el frenesí era total y la abigarrada escenografía, diseñada por el propio artista, y las proyecciones digitales contribuyeron a una traca final de actuación de las que te dejan exhausto y borracho de música. Pero aún habría más: casi otra media hora de bises para irse uno a casa calentito y con manos coloradas de dar palmas. Caray con este hombre máquina.

Manolo García

Manolo García (voz y percusión), Pedro Javier González (guitarras española, acústica y eléctrica), Javier Mas (guitarras acústica y eléctrica, archilaud y guitarra picollo de 12 cuerdas), Eric de Wit (guitarra eléctrica), Nacho Lesko (teclados, acordeón, melódica y coros), Juan Carlos García (percusión, batería y coros), Charly Sardà (batería y percusión), Silvina Cabeza (percusiones), Cecilia Burguera (violín) e Íñigo Goldaracena (bajo). Teatro Calderón. 24 y 29 euros. Madrid, lunes 13 y martes 14 de diciembre.

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