Crítica:CLÁSICA | Le Concert d'Astrée

Nostalgia de la ausencia

Faltó a la cita la anunciada Natalie Dessay, por una inoportuna enfermedad, y se notó, ya lo creo que se notó. Tenía un programa a su medida la extraordinaria soprano francesa. Su sustituta, la argentina Verónica Cangemi, hizo lo que pudo, pero no logró evitar el recuerdo. Cangemi es una cantante temperamental, vitalista, pero no logra transmitir una sensación de continuidad, de intensidad. Más afortunada en Il delirio amoroso, de Händel, que en la Cantata 51 de Bach, su actuación fue en cualquier caso voluntariosa aunque sin chispa, correcta en líneas generales y poco carismátic...

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Faltó a la cita la anunciada Natalie Dessay, por una inoportuna enfermedad, y se notó, ya lo creo que se notó. Tenía un programa a su medida la extraordinaria soprano francesa. Su sustituta, la argentina Verónica Cangemi, hizo lo que pudo, pero no logró evitar el recuerdo. Cangemi es una cantante temperamental, vitalista, pero no logra transmitir una sensación de continuidad, de intensidad. Más afortunada en Il delirio amoroso, de Händel, que en la Cantata 51 de Bach, su actuación fue en cualquier caso voluntariosa aunque sin chispa, correcta en líneas generales y poco carismática.

El carisma estaba en manos de la directora Emmanuelle Haïm. Con un look distinto a sus últimos conciertos españoles de Cuenca y Barcelona, la simpática y nerviosa clavecinista, además de directora, apareció ataviada en la primera parte con una levita hasta los pies y con la melena al viento.

Le Concert d'Astrée

Directora: Emmanuelle Haïm. Soprano: Veronica Cangemi. Obras de Bach y Haendel. Ciclo Complutense de Conciertos. Auditorio Nacional, 30 de noviembre.

Su dirección de la Suite para orquesta número 3 de Bach fue de principio a fin extraordinaria, lo mejor de la noche. Logró crear una sonoridad muy de época desde la obertura, infundió emoción al melódico segundo movimiento y recreó las danzas finales con gracia contenida. Su recreación del detalle estuvo a la altura de la concepción global. También en el Concerto grosso opus 6, número 1, de Händel, se movió a gran altura, aunque quizá con un poco menos de gancho.

Encuentro con Bach

Los problemas vinieron en el encuentro en Bach de orquesta y soprano. La coral final de la cantata, por ejemplo, no gozó de una afinación precisamente ideal. En realidad, la cantata no acabó de despegar. Con el Händel vocal se lució la solista de flauta y, en general, los resultados artísticos gozaron de una sobrada corrección.

Pero el fantasma añorante de la Dessay flotaba por momentos en el ambiente. Y lo que podía haber sido un concierto memorable fue un concierto discreto, bien ejecutado pero sin ese algo más que se esperaba y deseaba.

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