Necrológica:

Miquel Porter i Moix, crítico e investigador del cine catalán

Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que la tarea más urgente era reconstruir el país, en plena noche de la dictadura. Impedidos de hacerlo desde la dimensión política, la vía cultural fue la opción asumida por aquellos intelectuales que aunaban su conciencia nacionalista y su voluntad de compromiso con la sociedad. Entre esos dinamizadores culturales sin duda Miquel Porter i Moix ocupará un lugar señero en la historia. Porter i Moix, que había nacido en Barcelona hace 74 años, murió ayer en Altafulla (Tarragona), de un paro cardiaco, mientras dormía.

En cierto modo, Porter y otro...

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Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que la tarea más urgente era reconstruir el país, en plena noche de la dictadura. Impedidos de hacerlo desde la dimensión política, la vía cultural fue la opción asumida por aquellos intelectuales que aunaban su conciencia nacionalista y su voluntad de compromiso con la sociedad. Entre esos dinamizadores culturales sin duda Miquel Porter i Moix ocupará un lugar señero en la historia. Porter i Moix, que había nacido en Barcelona hace 74 años, murió ayer en Altafulla (Tarragona), de un paro cardiaco, mientras dormía.

En cierto modo, Porter y otros como él renunciaron a muchas oportunidades personales en favor de su ejemplar función colectiva. Tal vez desde la distancia se le deba reconocer a Miquel haber sacrificado su brillo personal en favor de una clara voluntad de servicio al país. En ese empeño podemos repasar las plurales presencias de Miquel Porter en la sociedad catalana de los últimos cincuenta años. Hijo de uno de los principales libreros barceloneses, educado en una familia cultivada y melómana, su actividad pública comenzó ya en los días universitarios, siendo uno de los creadores de la revista Curial (1949-50). Una vez licenciado en Historia (1954) desarrolló desde la librería familiar su activismo cultural en diversos frentes: por ejemplo, fue miembro de uno de los primeros grupos teatrales renovadores, el Teatre Viu; también fue impulsor del movimiento de Els setze Jutges, crisol de la nova cançó; y por encima de todo, fue el gran promotor y divulgador de la cultura cinematográfica en Cataluña.

Creador de cine-clubes, fue durante décadas un infatigable animador de debates cinematográficos. Crítico de cine, ejerció tal labor en publicaciones como Serra d'Or y Destino. Historiador del hecho fílmico, indagó en los orígenes de nuestro cine y publicó diversos libros sobre la historia del cine catalán. Fue responsable de la introducción de las enseñanzas cinematográficas en la universidad a partir de 1969, contribuyendo decisivamente al nacimiento del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, donde profesó durante más de tres décadas, alcanzando la condición de catedrático emérito.

Y se comprometió políticamente, no sólo en su intensa actividad en la clandestinidad, sino ya en democracia a través de su militancia y actividad en el seno de ERC.

Pero más allá de una relación de méritos, la trayectoria de Miquel Porter i Moix ejemplifica ese servicio a su pueblo. Trabajando con él, nos iniciamos muchos de los que posteriormente hemos seguido en ese campo y nunca podremos negar su labor pionera y su capacidad de extender su pasión por el cine a todos aquellos que se rindieron a su humor y bonhomía.-

Miquel Porter i Moix, junto a Pasquall Maragall, en una foto de 1999.EFE

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