Crítica:ROCK | Bunbury

El tahúr del Ebro

Recortada su silueta sobre el contraluz de los focos del escenario, Bunbury parece Juan Tamariz. Su melena disparada y la chistera recuerdan al genial maestro de magos, y algo de truco también hay en la propuesta circense de este zaragozano que un día lideró a los controvertidos Héroes del Silencio. Poco queda de su heroico pasado; tan sólo ese histrionismo con el que dramatiza sus canciones.

Hay truco, pero no hay trampa. Aunque exhiba cartas marcadas (la baraja con los prebostes del antiguo régimen iraquí) en el dobladillo de su chistera, Bunbury es tal cual es y tal cual se le intuye...

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Recortada su silueta sobre el contraluz de los focos del escenario, Bunbury parece Juan Tamariz. Su melena disparada y la chistera recuerdan al genial maestro de magos, y algo de truco también hay en la propuesta circense de este zaragozano que un día lideró a los controvertidos Héroes del Silencio. Poco queda de su heroico pasado; tan sólo ese histrionismo con el que dramatiza sus canciones.

Hay truco, pero no hay trampa. Aunque exhiba cartas marcadas (la baraja con los prebostes del antiguo régimen iraquí) en el dobladillo de su chistera, Bunbury es tal cual es y tal cual se le intuye ahora. Ha hecho de cierta epopeya de viajero sin destino su seña de identidad y el Bunbury freak show que pasea por España en carromatos de madera de viejo circo es el espacio idóneo donde él puede dar rienda suelta a sus excesos. Arranca el show con una proyección real donde se reproducen escenas de la célebre película Freaks que rodó Tod Bowning en 1932, y sin "límites ni fronteras", como dice uno de los versos de El extranjero, Bunbury invita al espectador a sumergirse en el mundo antiguo del circo, del cine mudo en color sepia y a viajar con ese cancionero suyo que le ha convertido ahora en un José Alfredo moderno. A poco que ese espectador se dejara llevar, lo lógico era caer en la fascinación.

Bunbury

Bunbury Enrique Bunbury (voz y guitarras), con el Huracán Ambulante. Invitados: Nacho Vegas, Adriá Puntí, Carlos Ann, Iván Ferreiro y Mercedes Ferrer. Casa de Campo. Madrid, 12 de noviembre.

La mujer forzuda, un ring de lucha libre mexicana o un desafiante echador de pulsos se cuentan entre los trucos que anteceden al concierto, aunque los más atractivos siguen siendo sus canciones. Rockabilly, tango, Nueva Orleans, valsecitos..., magia que agranda con ese elenco de artistas invitados que cerró la exquisita Mercedes Ferrer despidiendo casi el concierto a los acordes de su Fantasía, una metáfora de lo vivido esa noche.

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