Crítica:CANTO | Ute Lemper

Memorable

A Bertolt Brecht le fascinaba Bilbao. Lo divulgó a los cuatro vientos y escribió Bilbao song para su obra Happy end. Ute Lemper dejó claro en el santuario de la Filarmónica que nadie le iguala hoy en este repertorio. El chispazo emocional fue intenso. Era un momento histórico.

Se reunían todas las condiciones para una noche mágica: la historia y dimensiones de la sala; la ciudad; una cantante de irresistible personalidad y un grupo excelso como la Orquesta de Cámara Orpheus de Nueva York. Lemper es fabulosa contando historias. En alemán, francés o inglés, da lo mismo. Sedu...

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A Bertolt Brecht le fascinaba Bilbao. Lo divulgó a los cuatro vientos y escribió Bilbao song para su obra Happy end. Ute Lemper dejó claro en el santuario de la Filarmónica que nadie le iguala hoy en este repertorio. El chispazo emocional fue intenso. Era un momento histórico.

Se reunían todas las condiciones para una noche mágica: la historia y dimensiones de la sala; la ciudad; una cantante de irresistible personalidad y un grupo excelso como la Orquesta de Cámara Orpheus de Nueva York. Lemper es fabulosa contando historias. En alemán, francés o inglés, da lo mismo. Seduce por su belleza vocal y por su ritmo narrativo. Con ella uno se desplaza de Berlín a Nueva York, de Amsterdam a París, con los entresijos de la historia como equipaje: las guerras, los exilios, los atentados terroristas, la esperanza. Su Eisler fue insuperable; su Weill, estremecedor; su Brel, emotivo. Enamora.

Ute Lemper

Con la Orquesta de Cámara Orpheus de Nueva York. Sociedad Filarmónica de Bilbao, 12 de noviembre.

Los del Orpheus deslumbraron en la suite para orquesta de cámara de Schulhoff o en las saudades de Brasil de Milhaud. Acompañaron a la cantante con una flexibilidad portentosa. El delirio se apoderó de la sala. La orquesta entera tuvo que volver después de abandonar el escenario ante las aclamaciones interminables. Verdaderamente conmovedor.

En estos tiempos de artistas que rozan la perfección pero sin carisma, la actuación de Ute Lemper fue una revelación, un espejismo. Elevó a las nubes el valor irreemplazable de la interpretación. Es un monstruo en escena que transmite desgarramiento y pasión, dolor e ilusión. Se vació. Ante algo semejante no queda más reacción que el estremecimiento.

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