Crítica:FLAMENCO | Paco de Lucía

Maestro total

Maestro. Paco de Lucía es un maestro total, que a estas alturas nadie duda que ha nacido para tocar la guitarra. Es evidente que se halla en su mejor momento, en cuanto a seguridad de pulsación, en cuanto a limpieza, a arte. Hay que ver que se pasa más de dos horas tocando, y tocando de una manera sin parangón posible, sin equivalentes visibles ni de lejos.

En el concierto inaugural del Festival de Jazz de Madrid, dio un verdadero curso con su nuevo disco, Cositas buenas, aunque los cuatro temas que interpreta del mismo no suman la mitad del concierto, al que añade otros ...

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Maestro. Paco de Lucía es un maestro total, que a estas alturas nadie duda que ha nacido para tocar la guitarra. Es evidente que se halla en su mejor momento, en cuanto a seguridad de pulsación, en cuanto a limpieza, a arte. Hay que ver que se pasa más de dos horas tocando, y tocando de una manera sin parangón posible, sin equivalentes visibles ni de lejos.

En el concierto inaugural del Festival de Jazz de Madrid, dio un verdadero curso con su nuevo disco, Cositas buenas, aunque los cuatro temas que interpreta del mismo no suman la mitad del concierto, al que añade otros títulos de diversa procedencia. Así articula un concierto sumamente interesante, en el que predominan los ritmos rápidos, todos realizados con sentido y coherencia admirables.

Recital de Paco de Lucía

Con Niño Josele (2ª guitarra); La Tana, Duquende y Montse Cortés (cante); Antonio Serrano (armónica y teclados); Alain Pérez (contrabajo); Piraña (percusión). Teatro del Campo de las Naciones. Madrid, 15 de octubre.

Son temas largos, de ir y volver sobre un motivo que se convierte en eje central del mismo. Ahí el De Lucía insiste una y otra vez en distintas tonalidades, remacha literalmente un tema hasta dárnoslo desde todas las perspectivas posibles. Nunca toca por tocar, sino que todo lo que hace tiene un sentido, una razón profunda.

Su música es densa casi siempre, aunque parezca ligera por el estilo que emplee en ella, sean bulerías, tangos, alegrías, rumba. Pero es densa, nos está diciendo constantemente cosas que lastiman, que duelen. Es una música que invita a pensar, a reflexionar, aunque a veces la velocidad a que se hace nos lleve a un estado de exaltación radical, a un paroxismo tenso y dinámico, acorde con la música que escuchamos.

Todo lo que hizo Paco de Lucía en este concierto fue memorable. Personalmente Zyriac me parece insuperable, con su treno siguiriyero que los tres cantaores hacen de manera maravillosa. Pero es que el grupo entero se vuelca en un dramático y genial relato en que se halla el Reniego de Tomás Pavón, cumbre de las siguiriyas de todos los tiempos, que Montse Cortés hace formidablemente.

A Paco de Lucía le gusta el cante gitano; gitanos son los tres cantaores que le acompañan en esta gira, los tres tienen ese rajo y esa forma de cantar gitano que les define. Lo habían demostrado igualmente en Cositas buenas, un larguísimo cante por tangos en que los cantaores tuvieron asimismo amplio espacio para manifestarse, y lo hicieron magníficamente.

Volar, La Barrosa, Palenque, Mi niño Curro y, sobre todo, Entre dos aguas, fueron otros títulos de un concierto ejemplar con cada tema marcado por el oportunismo y la genialidad. Todo el grupo cumplió admirablemente. Antonio Serrano, con la armónica, dio verdaderos recitales, incorporando el instrumento al flamenco. No menos eficaz estuvo Alain Pérez con el bajo, al que supo arrancar sonidos de una belleza absoluta. Niño Josele, con la segunda guitarra, no defraudó en sus espacios, y Piraña fue el campeón de siempre con el cajón, un verdadero monstruo.

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