Crítica:FESTIVAL DE OTOÑO

Juegos de pensar

"¡Han venido!", dijo sentado en los escalones que comunican el escenario con el patio de butacas. El teatro estaba lleno. Hasta un bar Zé, así llamado en su honor, hay en el centro de Madrid. Por fin, la semana, que ha cumplido 68 años, se ha podido presentar en España. Como se decía en los comunicados de prensa del sello de David Byrne, el hombre que lo sacó del ostracismo: "¿Estás listo para Tom Zé? Él lleva treinta años esperándote".

Anuncia el himno internacional de la guerra, y suena el de la bandera de las barras y estrellas, cuando empieza a cantar Companheiro Bush a ritmo de ...

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"¡Han venido!", dijo sentado en los escalones que comunican el escenario con el patio de butacas. El teatro estaba lleno. Hasta un bar Zé, así llamado en su honor, hay en el centro de Madrid. Por fin, la semana, que ha cumplido 68 años, se ha podido presentar en España. Como se decía en los comunicados de prensa del sello de David Byrne, el hombre que lo sacó del ostracismo: "¿Estás listo para Tom Zé? Él lleva treinta años esperándote".

Anuncia el himno internacional de la guerra, y suena el de la bandera de las barras y estrellas, cuando empieza a cantar Companheiro Bush a ritmo de reggae guasón: "Si ya sabes quién le vendió aquella bomba a Irak, desembucha, que sospecho que fue Bush". Y el coro repite angelical: "Fue Bush, fue Bush...". También tiene una canción que trata de la prostitución infantil en Brasil, de su incidencia en el PIB nacional y de los efectos de lo que llama "la globarbarización".

Tom Zé

Tom Zé (voz y guitarra), Jarbas Mariz (guitarra y bandolim), Cristina Carneiro (teclados), Sérgio Caetano (guitarra eléctrica), Daniel Maia (bajo eléctrico) y Lauro Lellis (batería). Madrid. Teatro Albéniz, 13 de octubre.

Zé no es un cantante panfletario, ni siquiera de protesta. Sólo admite que su música es un camuflaje para la rebeldía. Se visten todos con chubasqueros y cascos de obrero y él se come con aspavientos pedazos de periódicos mientras todos cantan "haga sus oraciones una vez por día y después mande su conciencia, junto a las sábanas, a la lavandería". Luego, el escenario a oscuras se ilumina con las chispas de las soldaduras.

Se burla del consumismo publicitando su DVD, los CD -de los que trae fotocopias ampliadas para que se puedan ver bien las portadas- y su biografía. Canturrea el jingle "compre este disco, es una búsqueda paciente", dice que estarán a la venta en el vestíbulo y asegura que aceptan cheques, cheques sin fondos y hasta cheques falsos.

A todas sus deficiencias y limitaciones como cantante e instrumentista les da la vuelta y las convierte en bazas creativas para su genial trabajo. Canta una de sus músicas de bolsillo, con letra del poeta concretista Augusto de Campos. Una de esas poesías que juegan con las palabras como ya de niño escuchaba hacer a los campesinos analfabetos de su tierra natal, en el interior del Estado de Bahía.

Ya en el primer bis dio la clave. Está en el estribillo de Tô: "Estoy explicándote para confundirte, / estoy confundiéndote para aclararte, / estoy iluminando para poder cegar, / estoy quedándome ciego para poder guiar". Más que canciones, lo que Tom Zé propone son juegos de pensar. Y situaciones inesperadas. Sólo es bueno lo que uno no espera, llega a decir con una sonrisa. Él sorprende con sus aparentes locuras y su humor crítico, con su inteligencia de artista imprescindible.

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