9 D'OCTUBRE

El homenaje a la 'senyera' discurre sin incidentes en una procesión que registra notables ausencias

La Policía Local asegura que 50.000 valencianos participaron en un acto cívico con poco calor

La procesión cívica en homenaje a la senyera arrancó ayer con puntualidad suiza. El reloj del Ayuntamiento acompañó con doce campanadas el descenso de la senyera a manos de Silvestre Senent, el portavoz municipal del PP que ejerció como portaestandarte. La precisión imprimió cierta frialdad al conjunto del acto cívico. La ausencia de representantes institucionales se hizo más y más patente a medida que avanzaba el recorrido de la comitiva. Tampoco la cola de la marcha congregó el mismo número de espontáneos que en otras ocasiones. Apenas unas decenas de militantes anticatalanista...

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La procesión cívica en homenaje a la senyera arrancó ayer con puntualidad suiza. El reloj del Ayuntamiento acompañó con doce campanadas el descenso de la senyera a manos de Silvestre Senent, el portavoz municipal del PP que ejerció como portaestandarte. La precisión imprimió cierta frialdad al conjunto del acto cívico. La ausencia de representantes institucionales se hizo más y más patente a medida que avanzaba el recorrido de la comitiva. Tampoco la cola de la marcha congregó el mismo número de espontáneos que en otras ocasiones. Apenas unas decenas de militantes anticatalanistas.

Hubo algunos gritos de anticatalanistas y una pancarta de vecinos del IVAM

La incorporación de una representación de la Junta Central Fallera a la procesión cívica introdujo tanto una nota de color en la cabeza de la comitiva como unaprueba de normalidad institucional de una fiesta que tradicionalmente ha intentado apropiarse el valencianismo más conservador.

Una normalidad que también reflejó la versión instrumental del Te Deum celebrado en la Catedral y ofrecido por la joven orquesta del conservatorio comarcal Josep Climent de Oliva.

Joan Ignasi Pla, secretario general del PSPV, acompañó la procesión desde el Ayuntamiento hasta la Catedral de Valencia, pero luego se descolgó de la marcha. Otro tanto hicieron varios representantes políticos. Fernando Giner, presidente de la Diputación de Valencia, o el vicepresidente Vicente Ferrer, representante ambos del ala del PP más afín a la ceremonia, tampoco se dejaron ver.

El socialista Antoni Bernabé, delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, no se despegó de Francisco Camps y Rita Barberá, presidente de la Generalitat y alcaldesa de Valencia. El marcaje de Bernabé hizo más patente la ausencia de Juan Cotino, consejero de Agricultura, que nunca faltó a ningún acto institucional cuando ejercía como delegado del Gobierno. Varios otros consejeros, altos cargos de la Generalitat, diputados autonómicos y provinciales se descolgaron de la procesión.

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Los vecinos apostados a ambos lados de la calle de la Paz, en el tramo final de la procesión, comprobaron cómo la comitiva oficial desfiló frente a ellos en diez minutos pese al paso solemne de la marcha. Pese a ello, la Policía Local cifró en 50.000 los vecinos que participaron en el acto.

Algunos gritos contra representantes de los partidos mayoritarios proferidos por militantes anticatalanistas, al inicio de la marcha, y una pancarta desplegada por vecinos residentes en el entorno del IVAM, en la breve parada de la comitiva frente al Palau de la Generalitat, fueron los únicos incidentes apreciables en el curso de la procesión, que se prolongó algo más de dos horas.

Silvestre Senent, el portavoz del PP que acarreó los 18 kilos que pesa la senyera entre ráfagas de viento de cierta intensidad, se mostró orgulloso por la encomienda de la alcaldesa con una declaración de valencianismo.

Rafael Rubio, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Valencia, prefirió evocar la integración del Reino de Valencia en la Corona de Aragón como un precedente lejano del proceso de unión europea que afronta el próximo refrendo ciudadano de la primera Constitución Europea.

Julio Chanzá, presidente de Unión Valenciana, también acentuó el carácter integrador de una jornada que, formalmente, recuerda la entrada de las tropas de Jaume I en la ciudad de Valencia en 1238.

Antonio Montalbán, portavoz municipal de Esquerra Unida, lamentó, por su parte, la vertiente religiosa del acto y aseguró que rechazó portar la senyera porque no estaba dispuesto a introducirla en la Catedral.

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