"Nunca dudamos de Raúl"

Zidane y sus compañeros se vuelcan en elogios hacia el capitán blanco, "que cambió el partido"

Con Raúl siempre pasó lo mismo. Sus proezas dejaron la impresión falsa de que se trataba de accidentes, meros errores, sutilezas de la suerte. "Hoy por hoy", aseguró Leandro Cufré; "Raúl estuvo siempre bien marcado. ¿Qué hizo? En el primer gol no hizo nada. Sólo un remate que pega en Traianos Dellas y se desvía a gol por eso. Nada más. Y no quiero con esto quitar méritos a Raúl, que, calidad, tiene. Uno mira el marcador al final y figuran sus dos goles. Pero claro, hacer un gran partido es otra cosa".

El central del Roma es uno de esos argentinos belicosos que no se reprimen si tienen u...

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Con Raúl siempre pasó lo mismo. Sus proezas dejaron la impresión falsa de que se trataba de accidentes, meros errores, sutilezas de la suerte. "Hoy por hoy", aseguró Leandro Cufré; "Raúl estuvo siempre bien marcado. ¿Qué hizo? En el primer gol no hizo nada. Sólo un remate que pega en Traianos Dellas y se desvía a gol por eso. Nada más. Y no quiero con esto quitar méritos a Raúl, que, calidad, tiene. Uno mira el marcador al final y figuran sus dos goles. Pero claro, hacer un gran partido es otra cosa".

El central del Roma es uno de esos argentinos belicosos que no se reprimen si tienen una opinión que dar. Ayer opinó en contra de todos los jugadores del Madrid y de todo el Bernabéu, que aprovechó la velada para cantarle a Raúl un canto de adoración. De resurgimiento. De fe.

"Raúl cambió el partido", dijo Casillas; "si no hubiese marcado el primer gol el marcador final habría sido otro muy distinto. Ese gol fue la clave porque con el 2-1 la gente se animó y nosotros nos fuimos arriba". Mirar lo omnipresente es más difícil que fijar la vista en un punto. Para Cufré, Raúl fue un delantero que existió en la medida en que se metió en su zona de acción. Pero ayer, como en San Mamés, Raúl estuvo en los tiros libres ordenando los lanzadores, estuvo en las bandas haciendo los relevos a Figo y Zidane, estuvo en el medio campo organizando el juego, y estuvo arriba para rematar. Ayer, como siempre, Raúl dirigió a sus compañeros con el tesón de los líderes que se saben amenazados, comprometidos, señalados. Si durante meses el capitán del Madrid fue una figura muchas veces desdibujada, aparentemente cansado, ayer probó que en este Madrid depresivo es uno de los mejores. Uno de los imprescindibles. Raúl ha vuelto al ruedo con su orgullo flamenco intacto y el Bernabéu se lo agradeció con una ovación atronadora cuando marcó el tanto de la victoria. "¡Raúl, Raúl, Raúl...!", las gradas se vinieron abajo y el delantero se fue a celebrarlo al fondo sur. Pocas veces se ha visto a un Raúl más metido en un festejo, más mezclado con los hinchas, más fuera de sí. Aquel gol fue como un rito y Raúl se sumergió en el trance. El centro de Figo y su desmarque al primer palo, su pie bien colocado y luego sus puños cerrados golpeando el aire, arrebatado, celebrando, mientras la pelota se enroscaba en la red. El delantero se abrazó a Figo, recibió la felicitación de sus compañeros, y se fue al centro del campo para señalar a una esquina de la grada donde había un ser querido. Una suerte de pesadilla había quedado sepultada.

Al salir del vestuario, su mirada torva de tantas veces, su aire distante, eran más propios de un torero antes de salir a la plaza que de un futbolista que acababa de alcanzar la gloria. Raúl habló como si todavía le doliesen las críticas que ha recibido. Como si a sus 27 años no se sintiera merecedor de las dudas que ha despertado en muchos, después de todo lo que ha hecho, después de haberse convertido en un goleador de producción equiparable a Di Stéfano, después de alcanzar y ostentar el máximo puesto de los anotadores de la Liga de Campeones en su actual formato y el segundo de la historia de la mítica Copa de Europa, pues ayer superó con sus dos goles al portugués Eusebio. "Ha sido un partido muy difícil", dijo, lacónico; "pero hemos demostrado en el campo que somos el Madrid y creo que la gente se ha podido ir muy satisfecha".

Zidane no tuvo dudas: "El primer gol de Raúl nos ha empujado a todos; para nosotros nunca hubo debate en torno a su importancia. Nunca dudamos de él". Beckham, tampoco: "Con el gol de Raúl nos hemos ido arriba a arriesgarlo todo; hasta el gol hemos estado muy nerviosos y la Roma nos ha cogido por sorpresa con incorporaciones muy rápidas desde el medio campo. Al final hemos respondido con cuatro goles. Eso da confianza a cualquiera".

Figo, el hombre que se puso al lado de Raúl para tirar del equipo en los peores momentos, lo explicó así: "Los delanteros viven de rachas y cuando no marcan aparece la ansiedad. Hoy Raúl ha marcado dos goles y ha provocado un penalti que yo, cuando he ido a patear, no he estado muy seguro de meter. Pensé 'a lo mejor lo fallo". La risa irónica del portugués, su cáustico sentido del humor, cerraron una noche de alta tensión. Una de esas noches que Figo disfruta de verdad.

"El guión perfecto"

Por fin tuvo la oportundiad de saltar en la banda, de celebrar los goles de su equipo desde su nuevo puesto en el banquillo. Y de mostrarse relajado y feliz ante los medios de comunicación. Mariano García Remón, entrenador del Real Madrid, respiró por fin ayer, en un aprtido que consideró que había seguido el "guión perfecto" para que los jugadores se reencontraran con la afición y con ellos mismos.

"Uno recuerda como jugador grandes remontadas, pero cuando estás en el banquillo sólo buscas soluciones. Con el 0-2 vimos a la afición muy cerca de nosotros", declaró el técnico, que alabó el juego de los suyos: "Para hacer la gran segunda parte que hemos hecho, ha habido que trabajar mucho y bien el primera. Ganamos a un equipo italiano con ocho jugadores atacando en su área. Nunca tuve duda del honor de los jugadores. Se sacó una conclusión muy simple que era que los jugadores no querían, y eso no era cierto. Hay veces que las cosas no salen", concluyó antes de desvelar que Raúl, Ronaldo y Roberto Carlos salieron tocados del partido.

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