Valencia y Barça, a toda pastilla

A rebufo del final del curso pasado, el Valencia y el Barça se mantienen como los dos equipos más sólidos y brillantes del fútbol español. Lo mismo que, como se advirtiera la última primavera, el Madrid y el Deportivo siguen a la deriva, mal o nada remendados durante el periodo vacacional. Cumplido el primer mes de la temporada, el paisaje entre los grandes apenas ha variado.

De momento, no hay quien frene al Valencia y al Barça, que van como un tiro. El equipo de Ranieri sigue igual de fiable que en los tiempos de Benítez, pero con una plantilla más extensa y moldeable. Mantiene su esp...

A rebufo del final del curso pasado, el Valencia y el Barça se mantienen como los dos equipos más sólidos y brillantes del fútbol español. Lo mismo que, como se advirtiera la última primavera, el Madrid y el Deportivo siguen a la deriva, mal o nada remendados durante el periodo vacacional. Cumplido el primer mes de la temporada, el paisaje entre los grandes apenas ha variado.

De momento, no hay quien frene al Valencia y al Barça, que van como un tiro. El equipo de Ranieri sigue igual de fiable que en los tiempos de Benítez, pero con una plantilla más extensa y moldeable. Mantiene su espinazo y tiene a Vicente tan enchufado como en el ejercicio anterior, lo que concede al colectivo valencianista un plus extraordinario. Él y Fiore -otro compatriota de Ranieri que despierta, como hicieran jornadas atrás Di Vaio y Corradi- se bastaron para enterrar al Racing, que no opuso resistencia alguna en Mestalla, un fortín por ahora. A Ranieri, como ya pusiera en práctica con el megalómano proyecto de Abramovich en el Chelsea, le gusta hacer girar la noria y ante los cántabros dejó en el sofá a Baraja y al goleador Di Vaio. El equipo ni se inmutó.

El Barça, por su parte, no dejó una huella muy brillante a su paso por Mallorca. No fue el equipo guapo que tanta admiración había despertado en las últimas semanas, pero fue muy eficaz. Sin fisuras defensivas y con talento individual de sobra para maquillar un partido sin mucha chicha, el conjunto de Rijkaard fulminó al Mallorca en media hora, lo que tardaron Larsson y Eto'o -éste ya es pichichi, junto a Milosevic, con cinco tantos- en ajustar el punto de mira. Luego, en la segunda parte, los azulgrana se tumbaron a la bartola y un gol del Mallorca les apartó del liderato.

Incluso en sus tardes menos floridas, este Barça ofrece algunas pistas del inolvidable dream team. La más evidente: Ronaldinho, un nueve ortopédico, es un remedo del Laudrup que precedió a la llegada de Romario. Al igual que le ordenaba Cruyff al danés, Rijkaard ha dispuesto que el punto de partida del brasileño sea el eje de la delantera. Curiosamente, más cerca que nunca de la portería rival, el astro azulgrana ha perdido gol, una suerte que nunca fue la suya pese a que la campaña anterior tuviera que cargar también con semejante responsabilidad. Pero Ronaldinho tiene pase -como el que ayer concedió a Gio en el origen del primer gol- y se retrasa los metros suficientes para hacer tiritar a los centrales enemigos, siempre más cómodos cuando tienen una presa con la que medir los músculos dentro del área. En memoria del dream team, Eto'o, fiero como Stoitchkov, se siente tan delantero centro como se sentía el búlgaro, al que el exilio a una orilla jamás le alejó del gol. Al contrario, cada diagonal, como ya ha aprendido el camerunés, le dejaba un peldaño más cerca de la red contraria, máxime cuando en la línea de pase flotan jugadores como Xavi y Deco, digamos Guardiola y Eusebio, por ejemplo.

A la espera de ver si el Valencia y el Barça se sostienen en las alturas, el Madrid y el Depor medirán sus flojeras en la próxima jornada. Un termómetro para dos equipos angustiados que no encuentran el rumbo. Tiempo tienen por delante si rectifican rápido.