VISTO / OÍDO

Niños, divorcio

Los niños sufren con el divorcio de los padres; pero más en las familias donde domina la hostilidad. Uno de los misterios de la sociedad es que los adultos no recuerden su infancia: pierden para siempre aquella sabiduría, e incluso repiten la actitud de padres y maestros antiguos. Que en muchos casos tenían las normas de la familia franquista. El miedo a renovar, a hacer una sociedad adecuada a las condiciones de trabajo, de técnica, de penuria de vivienda, de inmensa diferencia entre la mujer actual y su madre, no parece que se acepte. Si no se acepta por los Estados, los políticos, los educa...

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Los niños sufren con el divorcio de los padres; pero más en las familias donde domina la hostilidad. Uno de los misterios de la sociedad es que los adultos no recuerden su infancia: pierden para siempre aquella sabiduría, e incluso repiten la actitud de padres y maestros antiguos. Que en muchos casos tenían las normas de la familia franquista. El miedo a renovar, a hacer una sociedad adecuada a las condiciones de trabajo, de técnica, de penuria de vivienda, de inmensa diferencia entre la mujer actual y su madre, no parece que se acepte. Si no se acepta por los Estados, los políticos, los educadores y los creadores de opinión es difícil que lo asuman las poblaciones que creen que el problema es sólo de cada uno. La diferencia de comprensión de esta nueva sociedad entre cada uno de los cónyuges puede precipitar la tragedia. Los niños: ya no educa la fuerza, la necesidad de convertirle en individuo útil y disciplinado; apenas ve a sus padres; sus educadores no están convencidos de los comportamientos que tienen que enseñar y lo que viven es el desarrollo propio de la sociedad en sus muestrarios habituales: periódicos, cine, compañeros, televisión. Es frecuente que hagamos leyes y disposiciones, más que aceptar realidades, para corregir lo mal hecho antes en lugar de suprimirlo.

El divorcio: la sucesión de leyes son remiendos que se ponen en lugar de adaptar el Código Civil a la familia, la patria potestad y el matrimonio. Mantenemos el matrimonio del código Napoleón, hecho para una burguesía que sustituía a la aristocracia y regulaba propiedades, alianzas, las herencias; las personas se casaban por orden de los padres, los hombres bienpensantes tenían una querida, la esposa estaba perniquebrada, y las dos mujeres eran enemigas sociales. El paterfamilia era fuerte. Se trataba de crear una clase poderosa y el Estado intervenía y la sujetaba bien. Con Franco, que convirtió la familia en la primera célula de la sociedad -las otras: municipio y sindicato (vertical, naturalmente)- y abolió el divorcio y los matrimonios civiles republicanos. Ésa es la cuestión para analizar; se va rectificando con divorcios o uniones especiales (parejas de hecho, que necesitan ahora de la relación jurídica como seguridad económica). Y es que todo gobierno es conservador.

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