Crítica:FERIA DE BILBAO | LA LIDIA

Tarde repleta de despropósitos

En dos horas de espectáculo se juntaron demasiados despropósitos. El primero se lo adjudicamos al ganadero. Mandó una mansada esplendorosa.

César Rincón no se justificó. Debió exponer más. Puso en evidencia una mala disponibilidad de ánimo.

Lo de Javier Conde era más previsible. Es un auténtico bluff. En él todo es espejo. La arena es el espejo inmenso donde se mira su acicalada figura y sus miedos. Otro despropósito es que la Junta Administrativa de Vista Alegre contratara a este torero sin reparar en su falta de calidad torera, solamente pensando en que tiene buena plant...

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En dos horas de espectáculo se juntaron demasiados despropósitos. El primero se lo adjudicamos al ganadero. Mandó una mansada esplendorosa.

César Rincón no se justificó. Debió exponer más. Puso en evidencia una mala disponibilidad de ánimo.

Lo de Javier Conde era más previsible. Es un auténtico bluff. En él todo es espejo. La arena es el espejo inmenso donde se mira su acicalada figura y sus miedos. Otro despropósito es que la Junta Administrativa de Vista Alegre contratara a este torero sin reparar en su falta de calidad torera, solamente pensando en que tiene buena planta.

Otro despropósito lo pasamos al presidente de la corrida. Nunca debió otorgar la oreja a Antonio Barrera en el 6º de la corrida. Es una afrenta a la historia de esa plaza.

Entre tantos despropósitos hay que valorar a Antonio Barrera las ganas de justificarse. Merece un respeto y admiración en ese sentido. Ahora bien, no crea en esa oreja concedida ni presuma de haberla cortada, porque no fue a ley. También hay que incidir en la luz hermosa que tejieron los toreros de plata en el capítulo de las banderillas. Se les aplaude con el sonido que sale de frotar bronce contra bronce a los Corrico de Algeciras, Óscar Reyes, Paco Peña, El Lili, Miguel Cubero, Pepín Monge y El Jeringa.

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