Reportaje:TOUR 2004 | Jornada de descanso

La camaradería de Hamilton

El líder del equipo de Pino anuncia sus ambiciones el día que el Tour expulsa a Hvastija y Casagranda, inmersos en un proceso por dopaje en Italia

En el Tour cabe todo. Caben relatos imponentes sobre hazañas homéricas, lucha por la supervivencia, capacidad de sufrimiento sobrehumana, y noticias de páginas de sucesos emanadas de una fiscalía de Padua y destiladas en una oficina de París. Caben faxes como el que la dirección del Tour envió el viernes pasado al fiscal de Papua que instruye un caso de dopaje preguntándole por la situación procesal de dos participantes en el Tour, el esloveno del Alessio Martin Hvastija y el italiano del Saeco Stefano Casagranda. Como la respuesta del fiscal era la esperada -porque previamente ya habí...

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En el Tour cabe todo. Caben relatos imponentes sobre hazañas homéricas, lucha por la supervivencia, capacidad de sufrimiento sobrehumana, y noticias de páginas de sucesos emanadas de una fiscalía de Padua y destiladas en una oficina de París. Caben faxes como el que la dirección del Tour envió el viernes pasado al fiscal de Papua que instruye un caso de dopaje preguntándole por la situación procesal de dos participantes en el Tour, el esloveno del Alessio Martin Hvastija y el italiano del Saeco Stefano Casagranda. Como la respuesta del fiscal era la esperada -porque previamente ya había filtrado a la prensa que los dos corredores estaban inmersos en sendos procedimientos por tráfico y uso de sustancias prohibidas-, el Tour tomó con ellos la misma decisión que había tomado previamente con Danilo di Luca, David Millar y Cédric Vasseur, tres corredores en las mismas circunstancias: declararlos no deseables e invitar a sus directores a retirarlos de la carrera. Y, aunque no hay ninguna ley que permita al Tour expulsarlos, los directores obedecerán y hoy no partirán, contingencia ante la cual la fiscalía de Papua ha reaccionado con preocupación. "Está muy bien en apariencia esta postura de expulsar a todo aquel corredor inmerso en un proceso por dopaje, su política de tolerancia cero y de protección al buen desarrollo de la competición", le dice el fiscal a Jean-Marie Leblanc en un fax. "Pero no nos parece justa, ya que sólo afecta a los ciclistas de los equipos de Francia e Italia, los únicos países que disponen de una ley penal contra el dopaje".

En el Tour cabe también todo tipo de personas. Cabe gente como Tyler Hamilton, un ciclista de 33 años educado en la dura doctrina episcopaliana en la vieja Nueva Inglaterra, y gente como Álvaro Pino, un gallego escéptico y templado que fue ciclista de vieja escuela y es director de un equipo de patrón suizo dedicado a audífonos para sordos, alma española y ciclistas alegres. Y también cabe que sus pasos se crucen y acaben todos juntos intentando ganar el Tour.

"Al principio, Tyler Hamilton no era más que un nombre más en una lista", dice Pino. "Buscábamos para el Phonak un corredor capaz de ser el líder del equipo y de intentar ir al Tour a por la victoria y escribimos varios nombres. Estaba Beloki, Mayo, Sevilla, Hamilton... Y fue él el primero que respondió afirmativamente a nuestra oferta. Y creo que acertamos".

Hamilton desembarcó con su Biblia, menudo y vivaz, su educación extremada, su sonrisa inalterable, sus ojos de mirada infantil y encantada y su secreto más inextricable, su alma de granito, su especial relación con el dolor, su infancia aventurera y arriesgada entre la nieve y el hielo, su pasado de esquiador especializado en descensos, su tardía llegada al ciclismo, su amistad con Lance Armstrong, su vida con Armstrong, su trabajo para Armstrong, su ruptura con Armstrong. Llegó y se encontró en el Phonak resumido y concentrado el viejo espíritu del Kelme, el primer equipo dirigido por Pino. "Me recuerda este Phonak muchísimo a aquel Kelme de finales de los años 90, el de Heras, Rubiera y todos aquellos", recuerda Óscar Sevilla, a quien también contrató Pino para su proyecto suizo al igual que a otros tres ex Kelmes: José Enrique Gutiérrez, Santos González y Santi Pérez. "Hay el mismo espíritu de equipo, la misma alegría, la misma camaradería, Santos cantando en el autobús o en el pelotón, la misma locura sana". Se encontró con eso Hamilton, el de la rígida moral, el chaval al que su padre prohibió pavonearse de lo bueno que era y obligaba desde pequeño a felicitar a los rivales derrotados y a decirles que él, Hamilton, había ganado por suerte más que por otra cosa y que a ellos les tocaría la próxima, y no se produjo el choque que se podría esperar, sino una beneficiosa simbiosis.

"En los españoles del equipo he encontrado lo que me faltaba, gente con experiencia sobre la bicicleta, ciclistas que andan en bici desde niños, que han mamado el ciclismo, para quienes el ciclismo es una cultura especial", dijo ayer Hamilton, el único de los favoritos del Tour que ofreció una conferencia de prensa el día de descanso para anunciar que está preparado para la batalla, que puede ganar el Tour, que pese a las caídas no le ha ido tan mal en las etapas llanas. "Y a mí, que soy americano, me falta esa cultura". "Y a nosotros", continúa Pino, "Hamilton, el líder, nos ha ayudado a crear un ambiente especial, su educación, su preocupación por todos los detalles..."

Óscar Sevilla, sentado al lado de Hamilton, se permite abrirse de hombros y sonreír como siempre. "Tenía la tensión clavada aquí, en los omoplatos", dice. "Iba comprimido, plegado, todos los días sobre la bicicleta, bajo la lluvia, pero eso se ha acabado, la montaña y el sol están cerca. Y, además, tenemos a Tyler. No hay líder como él, que se preocupe más por los compañeros, los mecánicos..."

Tyler Hamilton conversa con el director del Tour, Jean-Marie Leblanc.REUTERS

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