Crítica:POP | La Buena Vida

Deliciosa monotonía

Cuando canta Irantzu Valencia se hace el silencio. Su tono es monótono, un defecto que achacan a los cantantes, pero que ella ha trasformado en virtud. Todo candor y susurro, su timbre es extraño y evocador. Enigmático. No queda más remedio que dejar de hacer cualquier cosa para apreciarlo en plenitud. La gente que sigue a La Buena Vida lo sabe, y sus conciertos se trasforman en esos raros oasis de sosiego y mansedumbre, tan en contraste con el ruido y trepidación que se tanto se lleva.

Se ha de hacer cualquier cosa para que propuestas como las de La Buena Vida nunca dejen de llevarse. ...

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Cuando canta Irantzu Valencia se hace el silencio. Su tono es monótono, un defecto que achacan a los cantantes, pero que ella ha trasformado en virtud. Todo candor y susurro, su timbre es extraño y evocador. Enigmático. No queda más remedio que dejar de hacer cualquier cosa para apreciarlo en plenitud. La gente que sigue a La Buena Vida lo sabe, y sus conciertos se trasforman en esos raros oasis de sosiego y mansedumbre, tan en contraste con el ruido y trepidación que se tanto se lleva.

Se ha de hacer cualquier cosa para que propuestas como las de La Buena Vida nunca dejen de llevarse. Se hace necesario ese infantilismo en los textos ("... qué guapa estás, con tu vestido de hilo; te espero después, en nuestro árbol preferido...") y esas melodías tan sencillas. Puro pop. Criados y creados en San Sebastián, el repetitivo y monótono oleaje de la playa de la Concha ha mecido su carácter. Reposado, que viene y va. Tal vez son los que mejor expresan todo aquello que se denominó a mediados de los noventa el sonido Donosti.

La Buena Vida con la Orquesta Et Incarnatus

Irantzu Valencia (voz), Mikel Aguirre (voz y guitarra acústica), Javier Sánchez (guitarra eléctrica), Pedro San Martín (bajo), Raúl Sansebastián (batería), y José Luis Lanzagorta (teclados), Matthew Brann (batería) + Orquesta Et Incarnatus. Divino Aqualung. Madrid, 10 de julio.

Presentaban las canciones de su último disco, Álbum, tal y como lo grabaron, es decir, con el acompañamiento ocasional, e impagable, de la orquesta Et Incarnatu. Con ella repasaron buena parte de su discografía, para terminar la tanda de bises con sendas versiones de Le temps de vivre, de Moustaki, y Nadadora, de Family. Jamás la monotonía resultó tan divertida. Y estimulante.

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