UN PAÍS DE CINE 2

'Todo por la pasta', un 'thriller' de Enrique Urbizu

EL PAÍS ofrece mañana, por 5,95 euros, esta película de acción ambientada en Bilbao

El director Enrique Urbizu (Bilbao, 1962) llamó la atención por su originalidad narrativa desde que en 1987 estrenara Mi novia está loca, alocada y modesta comedia que no obtuvo la trascendencia deseada. Con Todo por la pasta (1991), su segunda película, fue valorado como "un joven realizador español que con sólo dos largometrajes en su carrera es ya un director solvente, con muchas y más que buenas dotes para dar contribuciones serias al cine español, que dará que hablar y que ya da muestras de un talento singular, además de un dominio poco común de su oficio", como escribió Áng...

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El director Enrique Urbizu (Bilbao, 1962) llamó la atención por su originalidad narrativa desde que en 1987 estrenara Mi novia está loca, alocada y modesta comedia que no obtuvo la trascendencia deseada. Con Todo por la pasta (1991), su segunda película, fue valorado como "un joven realizador español que con sólo dos largometrajes en su carrera es ya un director solvente, con muchas y más que buenas dotes para dar contribuciones serias al cine español, que dará que hablar y que ya da muestras de un talento singular, además de un dominio poco común de su oficio", como escribió Ángel Fernández-Santos. Si bien Todo por la pasta no obtuvo en su momento el apoyo del público, ha ido gozando desde entonces de continuos redescubrimientos, hasta llegar a ser considerada película "de culto".

El joven realizador español, con sólo dos largometrajes, es ya un director solvente

Con motivo de su estreno, Daniel Monzón escribió en Fotogramas: "He aquí una película española que sin voluntad de imitación pazguata, sino afirmando generosamente su negra semblanza española, sabe hallar el ritmo y estilo narrativo a la altura de la más refrescante serie B norteamericana". Y Beatrice Sartori comentó en El Mundo: "Todo por la pasta es un filme trepidante que deja sin aliento, una película negra, sórdida y violenta, una descarnada crónica urbana de bajos fondos".

La enrevesada trama propuesta por Urbizu, con guión de Luis Marías, fue sintetizada por Daniel Lozano en Diario 16: "Verónica (Kiti Manver) y Azucena (María Barranco) pretenden hacerse con un botín de 48 millones de pesetas, producto de un atraco a un bingo, que está en poder de un joven delincuente, El Ruedas (José Antonio Rodríguez), y de Genaro, su novio (Ion Gabella), que acaba de abandonar a su anterior pareja (Álex Angulo). La sociedad Azucena-Verónica es de lo más sui géneris. Azucena es una actriz de shows porno en vivo, mientras Verónica dirige una residencia de ancianos: es culta, refinada y elegante, pero está harta de su trabajo. La trama se complica con la participación de dos policías: Ángel Estrada (Antonio Resines), un inspector bastante bruto, y el comisario Blasco (Pedro Díez del Corral), ex jefe de la Brigada de Información e inductor del atraco, en colaboración con el inspector David (José Amezola), que a su vez pretende engañarle con la intención de lograr dinero y pagar con el botín a unos mercenarios encargados de cometer un asesinato político".

Pero esta síntesis es escasa para contar lo que en EL PAÍS se definió como "dispersión argumental, colisión y agolpamiento de situaciones, personajes y sucesos", es decir, un embrollo repleto de "policías corruptos, macarras, pistoleros, chulos y alcahuetas", o como se dijo en Metrópolis, "personajes turbios, ambientes sórdidos y, sobre todo, mucha acción violenta rodada con inusual perfeccionismo en el cine español; se nota que Urbizu está interesado, más que en la denuncia social, en las posibilidades de espectáculo de esta intriga, y las aprovecha, introduciendo de paso ráfagas de humor". En opinión de Elsa Fernández-Santos, Urbizu muestra "una ciudad hampona, que bien podría ser Chicago, pero que en este caso es Bilbao", elemento geográfico que a Nuria Bou le hizo considerar en Avui que "la realidad vasca puede convertirse, estéticamente, en un puzle imprevisible, violento, indescifrable y de tonalidades surrealistas". El productor Joaquín Trincado salió al quite reconociendo que "Todo por la pasta tiene un ligero trasfondo político pero que no es vasco, sino universal: la policía es corrupta en todo el mundo. Lo que ocurre es que en el País Vasco lo vivimos más de cerca", con lo que Enrique Urbizu se mostró de acuerdo: "Bilbao es una ciudad que se presta por su geografía al cine negro o al thriller".

En el amplio reparto de la película también destacan Pilar Bardem, Ramón Barea, Maite Blasco, Luis Ciges, Saturnino García, Pepo Oliva, Klara Badiola, Juan Carlos Senante, aunque a juicio de Elena Hevia en El Periódico, "quien verdaderamente sorprende es Antonio Resines, más duro que el pedernal, haciendo una composición que para sí la querría Clint Eastwood". Sin embargo, el Goya 1991 a la mejor interpretación recayó en Kiti Manver, mientras que María Barranco, también en su nueva faceta de cantante, fue galardonada en el festival de Cine Negro de Viareggio; por su parte, Enrique Urbizu fue premiado como mejor director en el festival de Cartagena de Indias.

La película contó con el trabajo del técnico de sonido Roy Charman, y el de efectos especiales Kit West, ambos ganadores de sendos oscars por sus trabajos en En busca del arca perdida, de Steven Spielberg, que consiguieron, a juicio de María Barranco, que "los tiros parecieran de verdad". La dirección artística corrió a cargo de Álex de la Iglesia y la partitura musical se debe a Bernardo Bonezzi, por cuyo trabajo fue nominado en los premios Goya; también lo fue el guionista Luis Marías, a cuyo trabajo, sin embargo, Ángel Fernández-Santos presentaba algunos reparos: "Le faltan al guión zonas de respiro, puntos bajos que permitan ver -y por supuesto disfrutar- los puntos altos y dejen tiempo al espectador para asimilar lo que ocurre, que es una cascada de sucesos tan veloz como inasimilable. Los intrincados acontecimientos de Todo por la pasta se suceden de manera tan vertiginosa que el proceso de formalización de Urbizu, su admirable precisión en el encuadre y el montaje dan lugar a una película en conjunto informe, desequilibrada y, pretendiendo ser toda ritmo, arrítmica. No obstante, merece la pena distinguir en Todo por la pasta el oro de la ganga, porque hay oro dentro de ella y es gratificante descubrirlo".

Tras esta película, Enrique Urbizu obtuvo nuevos éxitos con Cómo ser mujer y no morir en el intento (1993), Cachito (1995) y, especialmente, La caja 507 (2002), por la que ha sido reiteradamente premiado.

María Barranco, en una imagen de Todo por la pasta, de Enrique Urbizu.
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