Crítica:ROCK

El maño trashumante

El maño trashumante por excelencia presentó en Madrid en dos noches apoteósicas, por la afluencia de público y por el ardor que éste puso en acompañar con sus gargantas los temas de su último disco, el doble CD El viaje a ninguna parte. Como se esperaba de este animal escénico de personal sentido a la medida, el espectáculo estuvo a la altura requerida con alguna que otra matización. Una extensa banda de músicos, macerada con el paso del tiempo, de las que son capaces de seguir a su líder y vocalista hasta dormidos, dieron la cobertura sonora imprescindible a un Enrique ataviado para la...

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El maño trashumante por excelencia presentó en Madrid en dos noches apoteósicas, por la afluencia de público y por el ardor que éste puso en acompañar con sus gargantas los temas de su último disco, el doble CD El viaje a ninguna parte. Como se esperaba de este animal escénico de personal sentido a la medida, el espectáculo estuvo a la altura requerida con alguna que otra matización. Una extensa banda de músicos, macerada con el paso del tiempo, de las que son capaces de seguir a su líder y vocalista hasta dormidos, dieron la cobertura sonora imprescindible a un Enrique ataviado para la ocasión con un glamouroso traje blanco con pantalón acampanado y sombrero de ala ancha a juego. Todo un príncipe de la escena que, sin embargo, no tuvo una de sus noches más ingeniosas a la hora de ir presentando las canciones.

Bunbury

Enrique Bunbury (voz y guitarra), Rafa Domínguez (guitarra y coros), Del Morán (bajo), Copi (teclados), Ramón Macua (batería), Luis Miguel Romero (percusión), Ana Belén Stage (violín), Javier García Vega (trombón y guitarra acústica) y Javier Íñigo (trompeta). Palacio de Congresos IFEMA. Hasta el 30 de junio.

Tras un excelente comienzo de concierto con El anzuelo y la bluesera Señorita Hermafrodita, el aragonés bordó, sin lugar a dudas, uno de los mejores temas del concierto y del nuevo disco. Se trata de la emocionante Los restos del naufragio, en la que Bunbury retrata sus gustos e influencias musicales a ambos lados del Atlántico. Tras otro par de grandes canciones, De mayor y Desmejorado, excelente huella del paso de Bunbury por el proyecto Bushido en clave Kurt Weill, vino, sin embargo, cierto bajón en el carácter ascendente del concierto. Cuestiones de repertorio que el propio Bunbury irá, seguramente, corrigiendo con el rodaje que dan las actuaciones, pareció que al show le faltaban dos temas, si no vertiginosos, sí lo suficientemente trepidantes como para dar a entender que el viaje musical también puede ser a velocidad del AVE.

Sin abandonar el tempo lento y solemne, Enrique preparó una traca final en la que destacaron Lady Blue y una larga versión del clásico de José Alfredo Jiménez El jinete, en la que el guitarrista Rafa Domínguez dio toda una lección de feedback o sonido realimentado de su guitarra. Después, el ex Héroe del Silencio saldría al escenario otro par de veces, para, en clave tanguera, dejar sonando en el aire las notas del clásico La última curda y la propia Adiós compañeros, en medio del aplauso generalizado de una cohorte de fanáticos del cantante que más partido le saca a la solemnidad.

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